miércoles, 12 de mayo de 2010

MEMORIAS DE UN EGRESADO PARTE 2

Si el primer año resultó el año de exploración, el segundo resultaría ser el de la verificación, propiamente asegurase que se había escogido la carrera correcta, propiamente resultó un ejercicio de la dialéctica. Esto por cuanto el 2do año ya entraba a ser únicamente de puros cursos de derecho.

Lo peculiar de los inicios de este año fue la manera en que nos matriculamos. Aparentemente en esta ocasión la matrícula sería vía internet; sin embargo, el sistema no cargaba y la matrícula comenzaba a las 00 horas de un lunes de marzo que no recuerdo muy bien. Es así que al ver que el servidor no iniciaba todos optamos por ir a esperar que abrán la Universidad para matricularnos de forma manual. El mayor temor era que no alcanzaramos vacantes para los profesores con quienes queríamos matricularnos, puesto que había un tope de 180 estudiantes por curso y eramos cerca de 300 los de la Base 2004 que nos íbamos a matricular.

Afortundamente me logré matricular con los profesores que deseaba, aunque la amanecida fue por las puras porque a la primera hora del lunes ya era posible acceder al sistema, aparentemente el servidor lo prendían a eso de las 7 de la mañana u algo así. De todas formas el periplo y odisea que representó la matrícula de ese año es recordada con suma jocosidad por muchos, sobre todo porque varios llevaron colchas, frazadas, almohadas y otros bienes que servían para acampar en el cruce de la avenida Universitaria con la avenida Venezuela.

Como siempre se presentarían ciertos profesores con aires de imbatibles o tremebundos, lo cual resultó cierto en algunas ocasiones, pero en otros casos si que resultaron meras exageraciones de unos cuantos paranoicos. Así las cosas, iniciaba las semanas con el curso de Civil II a cargo del temido y respetado Anibal Torres Vásquez, un profesor de bastante reputación y que para muchos era una verdadera pesadilla. La ventaja es que contaba con un libro del curso de su autoría: Acto jurídico y tenía un modelo de clase del tipo Magistral, lo cual daba cierta estabilidad. Al parecer todo con el Dr. Anibal saldría bien, sino fuera porque en la mitad del año lectivo el Dr. Anibal Torres saldría elegido como representante de los Colegios de Abogados del país ante el CNM, lo cual implicó que su cátedra quedará a merced de un reemplazante.

Este hecho conllevó a una de las situaciones más lamentables que vivió la Base 2004, qu fue la anarquía que vivió el curso por un mes y es que un grupo de estudiantes, vehementemente impusieron al Dr. Beltrán Pacheco para que asuma el curso, señalando a los que estábamos matriiculados que ello era completamente legítimo y no traería problema. El curso se epezó a dictar en otro horario y con ciertos parámetros que a muchos nos hicieron temblar, aunque la expectativa era grande. Sin embargo, una noticia nos erizó la piel al poco tiempo que el Dr. Beltrán asumiera la cátedra del Dr. Anibal Torres y era que el Dr. Beltrán no había sido desginado por la Facultad para encargarse de ese curso, en consecuencia, quienes llevábamos con él estabamos en un completo limbo. El docente oficialmente designado para asumir la cátedra de Acto Jurídico fue el Dr. Jesús Vega Vega, con quien el curso no se pudo desarrollar como se esperaba, entre otras cosas, por los sucesos que habían ocurrido y que el habría tomado como un completo desaire. Recuerdo que muchos jalaron esa materia por cuanto el criterio de calificación en verdad fue inadecuado y puso en ascuas a un buen número de compañeros de la base.

El otro gran curso de ese año fue Derecho Penal, si bien no es una materia que me agarde, por tradición en San Marcos la currícula lo tiene en un creditaje por encima de los demás junto a los de civil, por ello que había que estudiarlo con sumo cuidado. Llevé esa materia con el profesor Urquizo Olaechea, un buen profesor, pero quien tenía el gran defecto de no asistir a todas las clases, se entiende que por sus propias ocupaciones. Sin embargo, su asistente Nelson Salazar hizo un buen papel cubriendo los espacios que se dejaban, aunque para quienes no éramos muy interesados en el tema estudiar a Jakobs y Roxin resultó un verdadero dolor de cabeza.

Los martes me tocaba un curso que por alguna razón siempre llamó mi atención desde antes de llevarlo, era el de Derecho Constitucional, el cual llevé con el Dr. Palomino Manchego, de quien tenía algunas referencias y siempre un sumo interés en escuchar sus cátedras. Resultaría a la larga mi curso favorito y la materia por la cual he decidido especializarme. Por primera vez escuché de personajes como Domingo García Belaunde, Karl Loweinsten, John Marshall, Pellet Lastra, Bidart Campos, entre otros grandes. Quien diría que ese curso sería el inicio de una experiencia mucho mayor, pero el cual corresponde a otra parte de las memorias. También me tocaba esa fecha el curso de Derecho Romano con el Dr. Silva Vallejo, era la segunda vez que llevaba un curso con él y si que fue bastante interesante, así también comenzaban a despertar la brillantez y dedicación de otros compañeros que evidenciaban un gran talento para todo lo que concierne al campo de las ciencias jurídicas; mese más tarde el Dr. Silva Vallejo me pediría apoyarlo en sus investigaciones y la relación inicial de alumno - maestro pasaría a desarrollarse en el plano amical y a debatirse no solo temas jurídicos, sino también necesarios para la vida y que mejor recibir esas lecciones de un hombre que tanto ha recorrido y tiene todo por enseñar.

Los miércoles sería el turno del primer curso electivo que lleve en mi carrera, Historia Económica y social del Perú a cargo del Dr. Dennis Chávez de Paz, por primera vez tendría noticias de autores como Peter Klaren, Julio Cotler entre otros connotados investigadores, principalmente promovidos y organizados en el Instituto de Estudios Peruanos. El Dr. Dennis de Chávez llevaba su cátedra de manera muy interesante, para algunos extravagante y para otros interesante. En esas clases conocí a Massiel Mendoza, una compañera bastante empeñosa e inteligente, así como a Carlos Medianero, Juan Carlos y al favorito del Dr. Dennis, Martín Kosa, así también a Michael Luyo a quien una vez le jugamos una broma y el Dr. sin querer terminó siendo víctima de la misma. Otras compañeras fueron Gisella y Karen entre otros entrañables compañeros y compañeros.

En esta cátedra también tendría mi primer contacto con quienes más tarde formaríamos a "Los Beatles", recuerdo que un muchacho con una improvisada cola de caballo siempre me hacía el habla, aunque me costaba recordar su nombre sabía que conocía algo de mi y por eso se me acercaba tanto, lo cual no me molestaba pero me intrigaba, era el célebre Franco. Una de esas primeras clases del Dr. Dennis, cuando entraban para conocer como era el curso, intento tomarme una foto con un compañero de la base del cual ya tenía alguna noticia de su existencia, pero que sentía aún no era el momento de interactuar, Fernando Ascurra. Paraba junto con ellos un muchachito flaco de cabello crespo y siempre callado, pero que tenía la pinta de ser una mente calculadora y brillante, así como también de ser mucho menor que el resto, luego sabría que su nombre era Max Vargas. Finalmente no se quedaron en el curso de Historia Económica, aunque si fueron testigos del famoso braguetazo que alguna vez protagonizó el Dr. Dennis.

Otro curso interesante en ese segundo año resultó ser Derecho Comercial I, a cargo del hoy magistrado del Tribunal Constitucional, Dr. Ricardo Beaumont. Los temas que se analizaban era de sumo interés pues se comenzaba el estudio de las empresas y aunque el profesor no asistía regularmente a las clases, si dejaba materiales que permitían contar con algunas nociones. Recuerdo con cierta pena ese curso porque no fui capaz de asumir una responsabilidad cuando se realizó el trabajo monográfico y aunque contaba con el apoyo de mi fiel compañero Pablo, entendí que muchas veces es mejor dar un paso al costado por el bien de todo un grupo, auqnue claro, la soberbia te llega a cegar tanto que no sabes cuanto estás perdiendo.

Los jueves empezaba muy temprano con dos electivos, en primer lugar tenía el curso Pensamiento Político Peruano, un electivo que habría un panorama atractivo dentro de mi perfil académico. Ese curso estuvo a cargo del Dr. Juan de la Puente, quien hizo una cátedra amena pero que en el último semestre se volvió en descuido por sus inasistencias; pero siempre, las veces que llegaba daba lecciones que bien valían la pena. Sería en ese curso donde tendría una ruptura a nivel de mi concepción política y fue tras la lectura del libro La Realidad Nacional de Víctor Andrés Belaunde. En ese texto Víctor Andrés polemiza con el gran José Carlos Mariátegui, y sus réplicas a las tesis del Amauta tenían un fuerte sustento que ponían en tela de juicio lo que hasta ese momento consideraba como una verdad absoluta.

Concluido ese electivo me tocaba otro, era el de Historia de las Ideas Políticas a cargo del Dr. Francisco Miró Quesada Rada; quien siempre mostró una gran solvencia académica y preocupación por la formación académica de los estudiantes, absolviendo las dudas y recomendando libros, pero que al final no podría acompañarnos todo el año por su nombramiento como embajador del Perú en Francia. Era la 2da vez que una cátedra de la Base 2004 quedaba acéfala; aunque la escuela se puso las pilas y nombraría al Dr. Virgilio Hurtado como nuevo catedrático de la materia, aunque recibir una cátedra en esa situación era algo más que dificil porque no se podía explicar mucho faltando 3 meses para concluir el año, considerando que cada catedrático tiene su didáctica y estilo.

Los viernes por la mañana llevaría el curso de Italiano II con el mismo buen profesor del primer año. Con el se cerraría uno de aquellos cursos que los llevas por más de un año, lo bueno es que no hubo ninguna dificultad y se aprendió algo de italiano, idioma que no he descartado desarrollar más a fondo. Aun guardo con mucho aprecio los materiales que usabamos para aprender algo de ese idioma y siempre es agradable darle una chequeada por los viejos tiempos.

Los sábado tendría otro de los cursos considerados fuertes, era el de Civil I a cargo del Dr. Juan Espinoza Espinoza. Para muchos fue el verdadero reto del 2do año y con justa razón. El Dr. tenía una manera de evaluar bastante exigente por todos los temas que ingresaban en los exámenes, en los cuales también había un grado de dificultad por la forma que revestían. Era positivo de parte del Dr. que permitiera a los alumnos preguntar constantemente, pues ese ejercicio alentaba a leer bastante y estar preocupados por seguir el ritmo de la clase. Así también, una de las maneras en que el profesor alentaba a la participación era leyendo el código civil cuando era necesario, recuerdo que en esa tarea si estaba muy al pendiente, pues en verdad no leía y era bastante duro de cabeza para entender los temas de civil; claro que algunas personas maliciosamente hicieron mofa de mi participación leyendo el Código, en fin, supongo que tendrían razones muy válidas para esos desatinados comentarios. Lo bueno es que al final ese sería el curso donde aprendí más y obtendría una de mis mejores calificaciones en ese año.

Paralelamente ese año, si bien lo académico está dicho, lo amical siguió su curso, con sus avances y retrocesos. Con Pablo me matriculé en los mismos cursos, de esa manera nos cubríamos ante las diversas eventualidades, considerando además que Pablo desarrollaba a la vez otra carrera en la Universidad del Callao y a veces el tiempo le ganaba. Otra persona que jugaría un rol protagónico en mis amistades fue Angela Bastidas, a quien conocía desde antes de ingresar a la Universidad y con quien me unía una amistad muy especial, la cual se consolidaba con las frecuentes compañías que le hacía cuando se iba a su casa el día que nos quedábamos hasta muy tarde en la clase del Dr. Palomino Manchego, considerando que los alrededores de la U no eran muy seguros que digamos; fueron charlas donde se exploraban temas de toda índole, eso haría que Angela, con el tiempo, se convirtiera en mi confidente y una de mis grandes amigas. También fue el año de otra decepción amorosa de la cual no vale la pena hablar para no aburrir a quien haya osado leer estas líneas; sin embargo, también ese año me reencontraría con un amor de la infancia, el teatro. Recuerdo que fui a ver ese año 2 obras de teatro, Los Cachorros donde el estelar lo tenía César Ritter y El Mercader de Venecia donde la interpretación magistral de Alberto Isola y Paul Vega me haría renovar mis votos para con este género al que siempre estuve unido desde niño, no en vano mi sueño escondido desde niño fue el ser actor; por supuesto que fui acompañado a dichas funciones, por mi apreciada Michi.

Fue un año de altos y bajos, pero fue el 2do año de la carrera, las cosas se fueron aclarando para bien y por supuesto que hubieron experiencias políticas, sobre todo una toma donde llegarían a poner las carpetas como barricadas, hecho altamente romántico en quienes protagonizaban esos "levantamientos" pero que permitían formarse una idea acerca de lo que era necesario hacer para seguir afrontando con éxitos los avatares de la vida universitaria.

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