Estando tan cerca de la Navidad, los sentimientos afloran en todos los sentidos. Recibiendo los mensajes de varios compañeros, comencé a recordar como los conocí. Eso me remonta al año 2004 cuando se inicia mi vida universitaria en la Facultad de Derecho de la UNMSM.
Mi primer gran recuerdo en la UNMSM como estudiante es el día de la matrícula. Ya había estado frecuentando el campus semanas antes de iniciar los estudios debido a los cursos de verano que organizaba el Centro Federado, gracias a los cuales pude tener una información general de lo que viviría dentro de la Decana de América. Pues bien, esas primeras charlas me sirvieron de mucho por cuanto la matrícula implicó que llegue muy temprano a la puerta de la facultad, a hacer cola para esperar matricularme sin problemas; no solo yo, sino cientos de compañeros que luego conformaríamos una familia, llamada, Base 2004.
Una vez matriculado estaba presto a iniciar mis clases, las cuáles empezaron posteriores a la Semana Santa de ese año. El régimen anual comprendía 13 cursos de igual creditaje, un aproximado de 3 cursos por 3 días y 2 por 2 días (no me gustaba estudiar hasta el sábado). Sería la primera materia que cursaría Informática jurídica, un lunes a las 6:00 pm bajo la cátedra de la Dra. Velarde Koechlin. Recuerdo que me dio una buena impresión y que se retomaba un concepto que había dejado de ver desde el colegio, nombrar un delegado. Allí designaron a Rubén Molina, quien sería nuestro primer delegado de Base a su vez.
A las 7:30 tenía otro curso, Sociología General y jurídica con el Dr. Horna Torres. Por primera vez escuchaba nombres como Max Weber, Emile Durkheim y otros autores que representaban otro nivel dentro de mi formación académica. Así también me volví a encontrar con quien fuera mi némesis (pero hoy una entrañable amiga) Ana María Ávila, con quien me di una buena pelea para ingresar a la Universidad pero que ahora ella está a punto de convertirse en una gran doctora (espero que no me cobre las consultas por los buenos tiempos). También conocí a Jesús Tinoco (quien me da impresión de ser algo mayorcito), Blanca Capcha, Rolando Breña, Brucy Paredes, Ignacio Campos, Ivonne entre otros ilustres noctámbulos. Obviamente que no estaba solo, mi gran amigo Pablo Huapaya fue mi cómplice desde la Academia Aduni y ahora compartía conmigo la carrera y que duda cabe fue el gran apoyo (en realidad mutuo) para empezar, desarrollar y concluir exitosamente la carrera.
Acabada la clase de Horna, a las nueve iniciaba otra clase (que bonita forma de empezar la semana, era Biología General con el profesor David Hinojosa. Fue un curso que me llevaba a una materia que no era de mi agrado en la secundaria, pero era interesante verlo desde una perspectiva universitaria. El Dr. Hinojosa es un catedrático muy estricto, pero si era muy presto a absolver nuestras dudas y ser enérgico cuando la situación lo ameritaba. Así pues el día lunes acaba a las 10:30 pm para mi.
Los martes iniciaba temprano, a las 10:30 am llevaba matemática y estadística (que ahora fue volado de la currícula) con la Profesora De Paz Apéstegui, una profesora muy buena y exigente que a más de uno haría patalear en el año. En esa clase conocí a la cosmopolita, simpática y talentosa Milagros García, una amiga muy buena y precoz, como todos los genios. La ventaja de vivir cerca me permitía regresar a mi casa ni bien concluía ese curso, para ayudar en la tienda que tenemos (mi gran lastre hasta el día de hoy, pero con la que a la larga tengo una relación de amor - odio). Ya a las 6pm retornaba a la Facultad para mi 5ta clase de la semana, con el Dr. Santos Isla y la cátedra de Psicología y psicopatología.
Los miércoles se convertirían en los días geniales, por cuanto me tocaban los dos principales cursos de la carrera. Me estoy refiriendo a Historia General del Derecho, donde haría su aparición en mi vida el brillante Dr. José Antonio Silva Vallejo, a quien debo la primera humillación pública en la Facultad, tras fustigar duramente mi pésima forma de expresión así como mi bajo nivel académico frente a lo que se requeriría para ser un brillante abogado; tiempo después, recordaría junto con él esa anécdota, ya no como su estudiante, sino como su asistente personal; Eunice Cabrera sería otra gran amiga a la que conocería gracias a esta cátedra, pues ella tuvo la valentía, en todo el sentido de la palabra, de asumir la delegatura de ese curso. Tras culminar su clase, se daba paso a la cátedra de Introducción al Derecho, donde el legendario Dr. Ñique de la Puente hacía delirar en niveles impresionante a quienes concurríamos masivamente a sus clases; amado e idolatrado por unos, odiado u envidiado por otros´, fue una cátedra de la que aprendí muchísimo así como pude acercarme un poco al vaivén político dentro de la Universidad, sobre todo por las aspiraciones decanales de ese entonces del Dr. las cuales serían frustradas ese mismo año, pero se tomaría la revancha en 2007. Para finalizar la noche, casi maratónica pues desde las 6pm a las 10:30 no parábamos, nos tocaba clase de Historia de la Literatura con el profesor Matthews, un sujeto de lo más peculiar y que hacía de la cátedra una auténtica tertulia con sus toques de ironía.
Los jueves asistía por las mañanas para una sola clase, la del fallecido Dr. Cruz Godo, un catedrático a carta cabal que tenía a su cargo el dictado de Historia de las Doctrinas Económicas (cátedra que me fue de suma utilidad cuando asumí el dictado del curso de Economía a nivel preuniversitario); el Dr. era bastante gentil y cordial, pero sabía increpar a los estudiantes remolones, sin embargo, todos sentimos su fallecimiento el año pasado y hasta hoy sentimos su ausencia. Por las noches tenía mi cátedra de Historia de la Filosofía, donde conocí a otras dos geniales amigas, Carolina Romero y a Mary Chaupis, así como a otros compañeros que no recuerdo con detalle; la cátedra era regentada por el Dr. Max López Cava, tocayo de uno de "Los Beatles" y creo que su maestro también, un catedrático que parecía no era el idóneo para el curso (las quejas eran constantes) pero que mal que bien sacó adelante el curso. Para cerrar ese día llevaba con el Dr. Hernández Campos el curso de Metodología de la Investigación; era un docente que se preocupaba por dar el material necesario para tener una orientación sobre lo que se desarrollaba, mas lo acertado en su labor fue contar con el apoyo de sus ayudantes de cátedra, quienes lo salvaron en más de una ocasión por los reclamos constantes que había sobre la metodología, en fin, son gajes del oficio.
Para culminar la semana, lo viernes temprano llevaba el curso de Italiano con un profesor muy amable y que hasta ahora dicta y a quien en verdad es un placer y un honor saludarlo cuando lo encuentras en el camino. A ese curso le debo el primer 20 que obtuve en la Universidad junto con Historia de la Literatura. Ya en la noche, como antesala para ir a "La Tripa" o el Acuario (su denominación social) llevaba el curso de Lingüística con el profesor Pimentel, quien era el que monopolizaba el curso en las demás secciones y si que tuvo una chamba fuerte, pero a quien recuerdo por ser con quien culminé mi primer año de Derecho, un viernes 17 de diciembre que di el examen final, para luego ir a celebrar la previa del cumpleaños de Charito.
También fue el año del primer amor y por supuesto de la primera desilusión estrepitosa, recuerdo que mucho me ayudó a superar esos penosos momentos una auténtica amiga incondicional de quien siempre agradezco haberla conocido, Miriam Rivera, quien tenía que soportar todos mis lamentos (muchos de ellos verdaderamente patéticos) pero quien me enseñó lo mucho que uno vale y verdaderamente se merece.
El primer año fue un éxito descomunal, la táctica de estudiar por las noches (10 de 13 cursos), anticiparme a algunos profesores de quienes ya tenía ciertas noticias y de ser muy empeñoso y siempre consultar me resultó. Obviamente que en este sentido quien se lleva las palmas es mi mentor y gran amigo Armando Flores, de quien siempre estaré agradecido por todas sus lecciones y porque siempre me hizo pisar tierra para soportar las inclemencias naturales para alguien que inicia la educación superior. No en vano es el primer profesor en mi vida a quien ayudo y asisto en su clase y del cual seré su eterno asistente.
Entre clases nocturnas, diálogos con Pablo, salidas con las nuevas amigas, una toma de la facultad por más de un mes por "los gusanos", unas escapadas a la Tripa o al Sky de vez en cuando y las frecuentes visitas a la biblioteca de la Facultad y de la Universidad, se pasó el primer del año de Derecho.
lunes, 4 de enero de 2010
lunes, 28 de diciembre de 2009
LA UNIVERSIDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS
Ad portas de egresar de mi Universidad, hay varios asuntos que a través de este tiempo he podido apreciar; estos abordan el ámbito académico, administrativo, estudiantil y funcional, entre otros, tanto de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Facultad de Derecho, específicamente, que es donde he desarrollado el Pregrado.
En primer lugar, comenzar con lo básico, el ingreso a la Universidad. Es interesante ver como, a pesar de la coyuntura de crisis, o que para muchos, servir como trabajadores en el extranjero es preferible, por la necesidad misma de sus hogares, a apostar por una carrera universitaria en el país, el número de postulantes a la Universidad se ha mantenido, claro, con altas y bajas, pero siempre hay un interés en ingresar a la misma. Sin embargo, ha jugado mucho en contra de ésta el que durante los últimos 5 años el examen de admisión haya variado, de la prueba tipo ensayo y cancelatoria, pasando por el examen de 3 cursos junto con razonamiento verbal y matemático; luego, dejando los dos últimos mencionados pero junto a 5 cursos y finalmente, el día de mañana, se retorna al examen con 18 cursos aunque dosificado el número de preguntas según la carrera a la que se postule.
Sobre eso, es lamentable que la OCA y entidades a cargo hayan sido incapaces de definir y adecuar el mejor mecanismo para asegurar que los estudiantes sean capaces de responder a la exigencia académica de la vida universitaria. Pues los exámenes de preguntas para marcar limitan al postulante a un ritmo mecánico y memorista que impide un correcto desarrollo del intelecto. Esto es, que utilice todas sus potencialidades para resolver problemas en diferentes niveles. Particularmente, considero que el examen oral que se tomaba décadas atrás sería el mecanismo más adecuado para calificar a los estudiantes, esto pues no debe fomentarse un ingreso por memorismo, sino que se incentive y admita a estudiantes que, aunque como todos, presentamos limitaciones, sus potencialidades puedan apreciarse al momento de sustentar, a través de la manera en que se desenvuelve ante el jurado y como afronta el desconocer un tema (esto porque no basta tener un alto intelecto para ingresar, sino contar con la madurez necesaria para sobrellevar el ritmo de la educación superior). En otros países, como Estado Unidos, el ingreso depende de una solicitud y una entrevista al postulante, donde el expone sus intereses y demuestra un nivel académico básico, pero que puede llegar a más.
En segundo término, la organización estudiantil. Una de las primeras cosas que vemos todos los estudiantes en nuestros primeros meses de Universidad es la activa participación política, lo cual es saludable para un país como el Perú, donde la participación democrática en la vida política del país es un hecho, claro que con sus propios conflictos, pero es la norma propiamente. Sin embargo, al ingresar un grupo político ya sea al Centro Federado, Tercio Estudiantil y Asamblea Estudiantil, los primeros en salir a la luz son los opositores, con aptitudes fiscalizadoras o también revanchistas. Sin embargo, alguien se ha preguntado ¿cuál es la labor específica para la cual estos estudiantes son elegidos? ¿Perciben remuneración alguna? ¿Cómo se financian las campañas? ¿Por qué en algunos casos se llegan a los golpes u enfrentamientos abiertos si no hay intereses? ¿O sí los hay? En ese aspecto considero que la representación estudiantil, la cual expresa el cogobierno en la Universidad es saludable así como un derecho de los estudiantes; pero, ¿cómo limitar tanta trifulca al respecto de los mismos? Sobre ello, lo principal es la transparencia, que se exhiba permanentemente cuáles son las tareas de los organismos estudiantiles y que perciben los representantes por su labor. Bajo el sistema actual, todo trabajo debe ser remunerado, la experiencia enseña que los cargos ad honores o sin remuneración no llevan a nada, pues no hay manera de exigir resultados a quien los detenta, además que nada perdería al renunciar, entonces, considero que dichos cargos deberían ser remunerados (obviamente no un sueldo tipo ministro) pero si lo adecuado para exigir algún exigir, podría ser la remuneración mínima vital, pero que para ello se exija una presencia permanente del representante en la facultad; y para quienes sean de últimos años, se le considere el año que dura su cargo como un año de prácticas o su equivalente según la facultad, lo cual permita que el representante se comprometa y se le pueda exigir resultados, pues si no caemos en figuras decorativas cuyas funciones, al ser desconocida, no pueden ser supervisadas correctamente. Así también se evitaría que personas que no fueron elegidas para un cargo permanezcan en las instalaciones destinadas a los representantes estudiantiles, pues no puede involucrarse el amiguismo con la labor política, esta última actitud no ha traído nada bueno en la vida política nacional, si no veamos los poderes del estado, carcomidos por la corrupción, el nepotismo y lobbys burocráticos.
De la misma manera, estos organismos (Tercio Estudiantil, Centro Federado) deberían tener como una prioridad asegurar que los profesores y estudiantes resuelvan sus diferencias de manera correcta, sin vicios ni pasiones, pues es lamentable ver como la exigencia de tachas o cátedras paralelas se presentan sin ser reflexionadas, motivadas por un ánimo de canibalismo inorgánico o los intereses de personas que quieren que la Universidad sea espacio de un grupo o tendencia, sin dar tregua o apertura a posiciones para el debate, lo cual resulta una actitud reprobable y autoritaria. Ver que se aperturen cursos a 3 meses de acabar el año académico es realmente escandaloso, que evidencia un nulo compromiso con la mejora académica de la Universidad.
Junto con esto, procurar resolver los conflictos entre los docentes y estudiantes de sus respectivos cursos, por cuanto suelen haber errores en la calificación que realizan los mismos, no definiendo los criterios adecuados al inicio del año, desconociendo lo planteado en el sílabo o por la misma improvisación de un trabajo mediocre. Así pues exigir la publicación de las notas finales una semana antes de ser pasadas a sus respectivas actas, así como plantear que cada catedrático disponga un día luego de publicadas las notas para absolver cualquier duda o interrogante SUSTENTADA de un estudiantes al cual no le parece o desea explicaciones de la nota recibida, bajo sanción de reducir su carga académica o descuento económico. También garantizar que las comunicaciones de emergencia o última hora lleguen a la mayoría de estudiantes, principalmente por el correo electrónico, creando para ello, páginas, groups o blogs en Internet; por algo, en el mismo 2004 la primera página web de la base en la que estudio fue creada por quien suscribe, motivado por la necesidad de una comunicación constante como base para mayor seguridad y planificación. Del mismo modo, abrir canales de comunicación para con los alumnos que presentan un descuido con su labora universitaria, debido a una precaria situación económica, una dificultad médica familiar u asuntos similares, abogando por la comprensión de los docentes y garantizando que no se cometan atropellos u originen malos conceptos contra los mismos.
Como tercer punto, es necesario que la Universidad y cada una de sus facultades y dependencias tengan, publiquen y difundan su Reglamento de Organización y funciones, así como el manual respectivo del mismo, pues las tasas para obtener algunos documentos varían dentro de las facultades, así como en momento el costo de la matrícula. Así también allí se contemplarían las funciones de cada una de las dependencias para saber a quien puede recurrirse en caso de un problema o dificultad que se presente.
En cuarto lugar, es impostergable una reforma en las currículas y en la manera de evaluación de los docentes. Si bien el mecanismo de examen parcial, final y monografía es el clásico en la Universidad, ello redunda al mecanicismo del estudiante. Profesores que se han actualizado en mecanismos pedagógicos incorporan también las prácticas periódicas, controles de lectura, simulaciones de juicio (lo que para los ingenieros serían sus prácticas en laboratorio), trabajos u ensayos sucintos que favorezcan la compenetración del estudiante con la cátedra y verificar cuanto avanza su aprendizaje. Esta labor es sobre fundamental en los `primeros años de carrera, lo ideal sería que se aplique en toda la carrera de forma progresiva, pero siendo realistas hay que comenzar de a pocos y preservar para obtener resultados.
En el último año de carrera los exámenes parciales y finales deben ser abolidos y reemplazados por una sola prueba, pero sin ese rigor de claustro como los parciales u finales que, aceptémoslo, para muchos estudiantes, alcanzan niveles de paranoia. Eso sí, se debe exigir más participación en clase y desarrollo de tareas u ensayos de investigación que familiaricen más a los estudiantes con estas categorías, pues es lamentable que la graduación por tesis sea tan reducida en el Pregrado, lo cual se corrobora a nivel de Postgrado pues muchos ingresan pero no terminan de graduarse por desconocer la manera correcta de investigar. Por supuesto que la cantidad de cursos en el último año de carrera deben ser menores que en los anteriores. En el último año de carrera en Derecho se estudian 15 horas y tres cuartos (21 horas pedagógicas), considerando solo los cursos obligatorios, lo cual no deja espacios para la investigación, considerando que muchos laboran por las mañanas hasta las 5 de la tarde y apenas tiempo disponen para llegar a las clases. Lo ideal sería 16 horas pedagógicas en cursos obligatorios, dando espacios horarios para poder investigar y dar tiempo a actividades de relajación, deporte, tertulias, actividades de extensión.
Por otro lado, es evidente que para quienes realizan una carrera en una Universidad Pública como San Marcos, de prestigio mundial, es imperativo que el programa SECIGRA sea obligatorio para todos los estudiantes. Para ello la Universidad debe realizar un trabajo con más entidades públicas las cuales alberguen y permitan el desarrollo a estudiantes sanmarquinos. La remuneración que se perciba debe cubrir el transporte y la alimentación (aunque ello lo podría brindar la misma unidad receptora), y una diferencia para financiarse sus gastos corrientes en la universidad (dígase fotocopias, anillados, impresiones y demás afines), esto por cuanto es un privilegio, en un país como el Perú, recibir una educación gratuita y de calidad. Así también haciendo esta labor se acercaría más al estudiante con la realidad del país, en el ámbito judicial, administrativo y social. Hay zonas en Lima donde se requiere asesoría jurídica, programas de apoyo y asistencia al menor y la madre en abandono; así también en el ámbito médico y educativo, y somos los sanmarquinos los primeros llamados a cubrir dichas necesidades, siendo nuestra Universidad la que recibe la mayor asignación del presupuesto entre las de su género, por parte del Estado. Solo así romperemos la idea de una Universidad como una entidad socialmente emigrada. Aunque parezca mentira, esta actitud elitista que se critica de la Universidad pública viene de un siglo atrás, el amauta J. C. Mariátegui y el gran Víctor Andrés Belaunde defendían, desde sus propias trincheras, la imperiosa necesidad de vincular más a las masas populares con la Universidad.
La participación en la vida política nacional tampoco puede dejarse se lado, y es que todos los campos que se desarrollan en las diversas facultades de nuestra cuatricentenaria casa de estudios involucran un aporte a la mejora de nuestro país, el cual quiere superar sus problemas y alcanzar un desarrollo que se verifique en un beneficio homogéneo a los distintos sectores sociales que componen al Perú. Entonces, la investigación y el trabajo en las aulas deben asegurar fórmulas y soluciones a los problemas de nuestra realidad, debiendo el Estado alentar estos proyectos, no solo financiando las investigaciones, sino aplicando los resultados de las mismas.
En último punto, por ahora pues este debate da para más, proponer que el expediente de cada estudiante sea revisado minuciosamente y si se encuentra que el estudiante ha devenido en una rémora para la casa de estudios, exigirle un compromiso mayor con la misma y, en última instancia, decretar una expulsión de la casa de estudios. La experiencia enseña que jóvenes con problemas económicos (que son los estructurales) hacen denodados esfuerzos y avanzan con sus carreras, de a pocos, pero demuestran ese interés y voluntad de progreso, así también que jóvenes de hogares acomodados solo ingresan a la Universidad y se dedican a esperar que pasen sus años de estudio para obtener su título, aprobando cada año con exámenes subsanatorios o cursos de verano casi en todos los cursos por los varios años que duran su carrera. Se comenta esto último para que no se tome esta propuesta como una actitud elitista o discriminadora, pues el prejuicio, el cliché, la mediocridad, la corrupción, la ineficiencia y el libertinaje son los enemigos que debemos combatir en todos los frentes, ayudando así a que la Universidad se consolide como una institución al servicio del pueblo que con sus tributos permite que esta siga funcionando y retribuirle al mismo ese esfuerzo que realiza.
En primer lugar, comenzar con lo básico, el ingreso a la Universidad. Es interesante ver como, a pesar de la coyuntura de crisis, o que para muchos, servir como trabajadores en el extranjero es preferible, por la necesidad misma de sus hogares, a apostar por una carrera universitaria en el país, el número de postulantes a la Universidad se ha mantenido, claro, con altas y bajas, pero siempre hay un interés en ingresar a la misma. Sin embargo, ha jugado mucho en contra de ésta el que durante los últimos 5 años el examen de admisión haya variado, de la prueba tipo ensayo y cancelatoria, pasando por el examen de 3 cursos junto con razonamiento verbal y matemático; luego, dejando los dos últimos mencionados pero junto a 5 cursos y finalmente, el día de mañana, se retorna al examen con 18 cursos aunque dosificado el número de preguntas según la carrera a la que se postule.
Sobre eso, es lamentable que la OCA y entidades a cargo hayan sido incapaces de definir y adecuar el mejor mecanismo para asegurar que los estudiantes sean capaces de responder a la exigencia académica de la vida universitaria. Pues los exámenes de preguntas para marcar limitan al postulante a un ritmo mecánico y memorista que impide un correcto desarrollo del intelecto. Esto es, que utilice todas sus potencialidades para resolver problemas en diferentes niveles. Particularmente, considero que el examen oral que se tomaba décadas atrás sería el mecanismo más adecuado para calificar a los estudiantes, esto pues no debe fomentarse un ingreso por memorismo, sino que se incentive y admita a estudiantes que, aunque como todos, presentamos limitaciones, sus potencialidades puedan apreciarse al momento de sustentar, a través de la manera en que se desenvuelve ante el jurado y como afronta el desconocer un tema (esto porque no basta tener un alto intelecto para ingresar, sino contar con la madurez necesaria para sobrellevar el ritmo de la educación superior). En otros países, como Estado Unidos, el ingreso depende de una solicitud y una entrevista al postulante, donde el expone sus intereses y demuestra un nivel académico básico, pero que puede llegar a más.
En segundo término, la organización estudiantil. Una de las primeras cosas que vemos todos los estudiantes en nuestros primeros meses de Universidad es la activa participación política, lo cual es saludable para un país como el Perú, donde la participación democrática en la vida política del país es un hecho, claro que con sus propios conflictos, pero es la norma propiamente. Sin embargo, al ingresar un grupo político ya sea al Centro Federado, Tercio Estudiantil y Asamblea Estudiantil, los primeros en salir a la luz son los opositores, con aptitudes fiscalizadoras o también revanchistas. Sin embargo, alguien se ha preguntado ¿cuál es la labor específica para la cual estos estudiantes son elegidos? ¿Perciben remuneración alguna? ¿Cómo se financian las campañas? ¿Por qué en algunos casos se llegan a los golpes u enfrentamientos abiertos si no hay intereses? ¿O sí los hay? En ese aspecto considero que la representación estudiantil, la cual expresa el cogobierno en la Universidad es saludable así como un derecho de los estudiantes; pero, ¿cómo limitar tanta trifulca al respecto de los mismos? Sobre ello, lo principal es la transparencia, que se exhiba permanentemente cuáles son las tareas de los organismos estudiantiles y que perciben los representantes por su labor. Bajo el sistema actual, todo trabajo debe ser remunerado, la experiencia enseña que los cargos ad honores o sin remuneración no llevan a nada, pues no hay manera de exigir resultados a quien los detenta, además que nada perdería al renunciar, entonces, considero que dichos cargos deberían ser remunerados (obviamente no un sueldo tipo ministro) pero si lo adecuado para exigir algún exigir, podría ser la remuneración mínima vital, pero que para ello se exija una presencia permanente del representante en la facultad; y para quienes sean de últimos años, se le considere el año que dura su cargo como un año de prácticas o su equivalente según la facultad, lo cual permita que el representante se comprometa y se le pueda exigir resultados, pues si no caemos en figuras decorativas cuyas funciones, al ser desconocida, no pueden ser supervisadas correctamente. Así también se evitaría que personas que no fueron elegidas para un cargo permanezcan en las instalaciones destinadas a los representantes estudiantiles, pues no puede involucrarse el amiguismo con la labor política, esta última actitud no ha traído nada bueno en la vida política nacional, si no veamos los poderes del estado, carcomidos por la corrupción, el nepotismo y lobbys burocráticos.
De la misma manera, estos organismos (Tercio Estudiantil, Centro Federado) deberían tener como una prioridad asegurar que los profesores y estudiantes resuelvan sus diferencias de manera correcta, sin vicios ni pasiones, pues es lamentable ver como la exigencia de tachas o cátedras paralelas se presentan sin ser reflexionadas, motivadas por un ánimo de canibalismo inorgánico o los intereses de personas que quieren que la Universidad sea espacio de un grupo o tendencia, sin dar tregua o apertura a posiciones para el debate, lo cual resulta una actitud reprobable y autoritaria. Ver que se aperturen cursos a 3 meses de acabar el año académico es realmente escandaloso, que evidencia un nulo compromiso con la mejora académica de la Universidad.
Junto con esto, procurar resolver los conflictos entre los docentes y estudiantes de sus respectivos cursos, por cuanto suelen haber errores en la calificación que realizan los mismos, no definiendo los criterios adecuados al inicio del año, desconociendo lo planteado en el sílabo o por la misma improvisación de un trabajo mediocre. Así pues exigir la publicación de las notas finales una semana antes de ser pasadas a sus respectivas actas, así como plantear que cada catedrático disponga un día luego de publicadas las notas para absolver cualquier duda o interrogante SUSTENTADA de un estudiantes al cual no le parece o desea explicaciones de la nota recibida, bajo sanción de reducir su carga académica o descuento económico. También garantizar que las comunicaciones de emergencia o última hora lleguen a la mayoría de estudiantes, principalmente por el correo electrónico, creando para ello, páginas, groups o blogs en Internet; por algo, en el mismo 2004 la primera página web de la base en la que estudio fue creada por quien suscribe, motivado por la necesidad de una comunicación constante como base para mayor seguridad y planificación. Del mismo modo, abrir canales de comunicación para con los alumnos que presentan un descuido con su labora universitaria, debido a una precaria situación económica, una dificultad médica familiar u asuntos similares, abogando por la comprensión de los docentes y garantizando que no se cometan atropellos u originen malos conceptos contra los mismos.
Como tercer punto, es necesario que la Universidad y cada una de sus facultades y dependencias tengan, publiquen y difundan su Reglamento de Organización y funciones, así como el manual respectivo del mismo, pues las tasas para obtener algunos documentos varían dentro de las facultades, así como en momento el costo de la matrícula. Así también allí se contemplarían las funciones de cada una de las dependencias para saber a quien puede recurrirse en caso de un problema o dificultad que se presente.
En cuarto lugar, es impostergable una reforma en las currículas y en la manera de evaluación de los docentes. Si bien el mecanismo de examen parcial, final y monografía es el clásico en la Universidad, ello redunda al mecanicismo del estudiante. Profesores que se han actualizado en mecanismos pedagógicos incorporan también las prácticas periódicas, controles de lectura, simulaciones de juicio (lo que para los ingenieros serían sus prácticas en laboratorio), trabajos u ensayos sucintos que favorezcan la compenetración del estudiante con la cátedra y verificar cuanto avanza su aprendizaje. Esta labor es sobre fundamental en los `primeros años de carrera, lo ideal sería que se aplique en toda la carrera de forma progresiva, pero siendo realistas hay que comenzar de a pocos y preservar para obtener resultados.
En el último año de carrera los exámenes parciales y finales deben ser abolidos y reemplazados por una sola prueba, pero sin ese rigor de claustro como los parciales u finales que, aceptémoslo, para muchos estudiantes, alcanzan niveles de paranoia. Eso sí, se debe exigir más participación en clase y desarrollo de tareas u ensayos de investigación que familiaricen más a los estudiantes con estas categorías, pues es lamentable que la graduación por tesis sea tan reducida en el Pregrado, lo cual se corrobora a nivel de Postgrado pues muchos ingresan pero no terminan de graduarse por desconocer la manera correcta de investigar. Por supuesto que la cantidad de cursos en el último año de carrera deben ser menores que en los anteriores. En el último año de carrera en Derecho se estudian 15 horas y tres cuartos (21 horas pedagógicas), considerando solo los cursos obligatorios, lo cual no deja espacios para la investigación, considerando que muchos laboran por las mañanas hasta las 5 de la tarde y apenas tiempo disponen para llegar a las clases. Lo ideal sería 16 horas pedagógicas en cursos obligatorios, dando espacios horarios para poder investigar y dar tiempo a actividades de relajación, deporte, tertulias, actividades de extensión.
Por otro lado, es evidente que para quienes realizan una carrera en una Universidad Pública como San Marcos, de prestigio mundial, es imperativo que el programa SECIGRA sea obligatorio para todos los estudiantes. Para ello la Universidad debe realizar un trabajo con más entidades públicas las cuales alberguen y permitan el desarrollo a estudiantes sanmarquinos. La remuneración que se perciba debe cubrir el transporte y la alimentación (aunque ello lo podría brindar la misma unidad receptora), y una diferencia para financiarse sus gastos corrientes en la universidad (dígase fotocopias, anillados, impresiones y demás afines), esto por cuanto es un privilegio, en un país como el Perú, recibir una educación gratuita y de calidad. Así también haciendo esta labor se acercaría más al estudiante con la realidad del país, en el ámbito judicial, administrativo y social. Hay zonas en Lima donde se requiere asesoría jurídica, programas de apoyo y asistencia al menor y la madre en abandono; así también en el ámbito médico y educativo, y somos los sanmarquinos los primeros llamados a cubrir dichas necesidades, siendo nuestra Universidad la que recibe la mayor asignación del presupuesto entre las de su género, por parte del Estado. Solo así romperemos la idea de una Universidad como una entidad socialmente emigrada. Aunque parezca mentira, esta actitud elitista que se critica de la Universidad pública viene de un siglo atrás, el amauta J. C. Mariátegui y el gran Víctor Andrés Belaunde defendían, desde sus propias trincheras, la imperiosa necesidad de vincular más a las masas populares con la Universidad.
La participación en la vida política nacional tampoco puede dejarse se lado, y es que todos los campos que se desarrollan en las diversas facultades de nuestra cuatricentenaria casa de estudios involucran un aporte a la mejora de nuestro país, el cual quiere superar sus problemas y alcanzar un desarrollo que se verifique en un beneficio homogéneo a los distintos sectores sociales que componen al Perú. Entonces, la investigación y el trabajo en las aulas deben asegurar fórmulas y soluciones a los problemas de nuestra realidad, debiendo el Estado alentar estos proyectos, no solo financiando las investigaciones, sino aplicando los resultados de las mismas.
En último punto, por ahora pues este debate da para más, proponer que el expediente de cada estudiante sea revisado minuciosamente y si se encuentra que el estudiante ha devenido en una rémora para la casa de estudios, exigirle un compromiso mayor con la misma y, en última instancia, decretar una expulsión de la casa de estudios. La experiencia enseña que jóvenes con problemas económicos (que son los estructurales) hacen denodados esfuerzos y avanzan con sus carreras, de a pocos, pero demuestran ese interés y voluntad de progreso, así también que jóvenes de hogares acomodados solo ingresan a la Universidad y se dedican a esperar que pasen sus años de estudio para obtener su título, aprobando cada año con exámenes subsanatorios o cursos de verano casi en todos los cursos por los varios años que duran su carrera. Se comenta esto último para que no se tome esta propuesta como una actitud elitista o discriminadora, pues el prejuicio, el cliché, la mediocridad, la corrupción, la ineficiencia y el libertinaje son los enemigos que debemos combatir en todos los frentes, ayudando así a que la Universidad se consolide como una institución al servicio del pueblo que con sus tributos permite que esta siga funcionando y retribuirle al mismo ese esfuerzo que realiza.
domingo, 17 de mayo de 2009
EL BY PASS NUEVAMENTE
EL COMERCIO. Metropolitana 17/05/09
DECANA DE AMÉRICA ACABA DE CUMPLIR 458 AÑOS EN MEDIO DE DIFÍCIL LITIGIO
Rector de San Marcos dice que no cederá en lío del 'by-pass'
Concejo de Lima insiste en que se debe respetar acuerdo previo
Más que una universidad, San Marcos es un símbolo nacional que el 12 de este mes cumplió 458 años de convulsiva existencia. El aniversario llegó acompañado por actos de violencia protagonizados por alumnos que exigen mejoras en el comedor y la residencia estudiantiles y en medio de un complicado juicio contra la Municipalidad de Lima.
El lío con el municipio se originó por el aún inexistente anillo vial del “by-pass” Venezuela-Universitaria. Aunque su rector ya había firmado un convenio con Lima, San Marcos se niega ahora a que esa oreja de concreto ocupe sus aires. “Yo creí que era un buen proyecto, luego vi que el anillo impactaría negativamente contra la universidad, y más tarde supe que era innecesario”, dice el rector Luis Izquierdo Vásquez. Explica que anular el convenio fue decisión de la Asamblea Universitaria y que él no cederá en su nueva posición.
Tanto la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) como el Colegio de Ingenieros del Perú (CIP) respaldan con sendos informes técnicos la opinión del rector de que el anillo vial resulta innecesario.
Frente a ello, voceros del concejo señalan que el anillo vial se justifica por los estudios de carga vehicular que se hicieron antes de ejecutar la obra. “Los informes advirtieron que el tráfico es mayor en este sector y sobre todo en dirección hacia Magdalena”, indican.
“Pero aquí no estamos discutiendo la conveniencia o inconveniencia de la oreja, sino el respeto a un acuerdo firmado”, sostiene Alberto Borea, abogado del concejo limeño.
Hace unos días, Borea denunció a San Marcos por usurpación, luego de que autoridades universitarias ordenaran levantar una malla metálica donde antes existía el cerco universitario. Izquierdo explica que se hizo para proteger al campus de los robos.
“Lima derrumbó nuestro cerco la madrugada de un domingo, sin aviso. Precisamente esa falta de respeto originó el rompimiento del diálogo”, agrega el rector. Ese es también el argumento que baraja el abogado de San Marcos, Miguel Blanquillo, como causal de anulación del convenio.
¿Es posible llegar a un acuerdo que evite un juicio de años? “De poder, se puede”, responde Borea. ¿Sacrificando el anillo que para ciertos especialistas es innecesario? “No, la UNI o el CIP podrán decir eso, pero el municipio también ha hecho sus estudios. Además, acá el tema legal es que se está desconociendo un acuerdo firmado”, insiste.
CRUCE PELIGROSO
Para San Marcos el único acuerdo posible es que Lima use parte de sus terrenos (como ya estaba previsto en el convenio) para construir las vías auxiliares del “by-pass” y que con eso concluya su obra, “pero sin oreja”.
Estas pistas permitirían levantar un puente peatonal sobre la avenida Venezuela, frente a la puerta 7 de la universidad. Por allí cruzan miles de alumnos, arriesgando sus vidas, pues a pocos metros, el “by-pass” arroja vehículos que bajan a una velocidad de 100 km/h en promedio.
Atravesar la vía demora hasta 10 minutos y se hace sorteando camiones y combis en ambos sentidos. Un crucero peatonal recién pintado y dos casetas policiales vacías resultan inútiles.
REACCIONES
“Un anillo vial es innecesario para el cruce de Universitaria con Venezuela. Una comisión del Colegio de Ingenieros concluyó que se podía reemplazar por una “oreja alargada”, que no es otra cosa que seguir de largo por la Venezuela, voltear en U para regresar y girar por Universitaria. Este cambio no afecta la estructura del intercambio vial; y significaría ahorro para el municipio”.
FERNÁN MUÑOZ. DECANO DEL COLEGIO DE INGENIEROS DEL PERÚ
“Para que el convenio entre Lima y San Marcos funcione es necesario que opinen algunas autoridades como el Instituto Nacional de Cultura y la Superintendencia de Bienes Nacionales, ya que San Marcos unilateralmente no puede ceder un bien del Estado. Todo convenio se celebra para cumplirlo, pero en un contrato también se necesitan opiniones técnicas”.
RÓMULO MORALES. ABOGADO CIVIL
DECANA DE AMÉRICA ACABA DE CUMPLIR 458 AÑOS EN MEDIO DE DIFÍCIL LITIGIO
Rector de San Marcos dice que no cederá en lío del 'by-pass'
Concejo de Lima insiste en que se debe respetar acuerdo previo
Más que una universidad, San Marcos es un símbolo nacional que el 12 de este mes cumplió 458 años de convulsiva existencia. El aniversario llegó acompañado por actos de violencia protagonizados por alumnos que exigen mejoras en el comedor y la residencia estudiantiles y en medio de un complicado juicio contra la Municipalidad de Lima.
El lío con el municipio se originó por el aún inexistente anillo vial del “by-pass” Venezuela-Universitaria. Aunque su rector ya había firmado un convenio con Lima, San Marcos se niega ahora a que esa oreja de concreto ocupe sus aires. “Yo creí que era un buen proyecto, luego vi que el anillo impactaría negativamente contra la universidad, y más tarde supe que era innecesario”, dice el rector Luis Izquierdo Vásquez. Explica que anular el convenio fue decisión de la Asamblea Universitaria y que él no cederá en su nueva posición.
Tanto la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) como el Colegio de Ingenieros del Perú (CIP) respaldan con sendos informes técnicos la opinión del rector de que el anillo vial resulta innecesario.
Frente a ello, voceros del concejo señalan que el anillo vial se justifica por los estudios de carga vehicular que se hicieron antes de ejecutar la obra. “Los informes advirtieron que el tráfico es mayor en este sector y sobre todo en dirección hacia Magdalena”, indican.
“Pero aquí no estamos discutiendo la conveniencia o inconveniencia de la oreja, sino el respeto a un acuerdo firmado”, sostiene Alberto Borea, abogado del concejo limeño.
Hace unos días, Borea denunció a San Marcos por usurpación, luego de que autoridades universitarias ordenaran levantar una malla metálica donde antes existía el cerco universitario. Izquierdo explica que se hizo para proteger al campus de los robos.
“Lima derrumbó nuestro cerco la madrugada de un domingo, sin aviso. Precisamente esa falta de respeto originó el rompimiento del diálogo”, agrega el rector. Ese es también el argumento que baraja el abogado de San Marcos, Miguel Blanquillo, como causal de anulación del convenio.
¿Es posible llegar a un acuerdo que evite un juicio de años? “De poder, se puede”, responde Borea. ¿Sacrificando el anillo que para ciertos especialistas es innecesario? “No, la UNI o el CIP podrán decir eso, pero el municipio también ha hecho sus estudios. Además, acá el tema legal es que se está desconociendo un acuerdo firmado”, insiste.
CRUCE PELIGROSO
Para San Marcos el único acuerdo posible es que Lima use parte de sus terrenos (como ya estaba previsto en el convenio) para construir las vías auxiliares del “by-pass” y que con eso concluya su obra, “pero sin oreja”.
Estas pistas permitirían levantar un puente peatonal sobre la avenida Venezuela, frente a la puerta 7 de la universidad. Por allí cruzan miles de alumnos, arriesgando sus vidas, pues a pocos metros, el “by-pass” arroja vehículos que bajan a una velocidad de 100 km/h en promedio.
Atravesar la vía demora hasta 10 minutos y se hace sorteando camiones y combis en ambos sentidos. Un crucero peatonal recién pintado y dos casetas policiales vacías resultan inútiles.
REACCIONES
“Un anillo vial es innecesario para el cruce de Universitaria con Venezuela. Una comisión del Colegio de Ingenieros concluyó que se podía reemplazar por una “oreja alargada”, que no es otra cosa que seguir de largo por la Venezuela, voltear en U para regresar y girar por Universitaria. Este cambio no afecta la estructura del intercambio vial; y significaría ahorro para el municipio”.
FERNÁN MUÑOZ. DECANO DEL COLEGIO DE INGENIEROS DEL PERÚ
“Para que el convenio entre Lima y San Marcos funcione es necesario que opinen algunas autoridades como el Instituto Nacional de Cultura y la Superintendencia de Bienes Nacionales, ya que San Marcos unilateralmente no puede ceder un bien del Estado. Todo convenio se celebra para cumplirlo, pero en un contrato también se necesitan opiniones técnicas”.
RÓMULO MORALES. ABOGADO CIVIL
PUBLICADO EN EL COMERCIO 17/05/09
PIEDRA DE TOQUE
La partida de la escribidora
Por: Mario Vargas Llosa Escritor
Por culpa de los antropólogos, la palabra incultura ha desaparecido del vocabulario. En el pasado la noción de cultura se asociaba a un conocimiento elevado —humanístico y científico—, al dominio de las artes, al buen gusto y a una sensibilidad refinada. La antropología generalizó aquella acepción a todas las manifestaciones de la vida de una comunidad —sus creencias, sus costumbres, sus ritos, sus vicios y valores— de modo que hoy nos encontramos en la prensa con expresiones como “la cultura de la manducación de carne humana”, la “cultura del contrabando”, “del fútbol” y de cosas aún peores. Ya nadie es inculto, todos nos hemos vuelto cultos de alguna manera, lo que constituye, sin duda, la apoteosis de esta civilización nuestra marcada por el sesgo de la frivolidad.
Dentro de este contexto no es impropio decir que Corín Tellado, la escribidora asturiana que murió el mes pasado, a sus 82 años de edad, fue probablemente el fenómeno sociocultural más notable que haya experimentado la lengua española desde el Siglo de Oro. Aunque esto parezca herejía, y lo sea desde un punto de vista cualitativo, no lo es desde el cuantitativo, porque ni Borges ni García Márquez ni Ortega y Gasset ni cualquier otro de los más originales creadores o pensadores de nuestra lengua ha llegado a tanta gente ni influido tanto en su manera de sentir, hablar, amar, odiar y entender la vida y las relaciones humanas como María del Socorro Tellado López, apodada Socorrín por su familia y sus amigos, la muchacha que , en 1946, a sus 19 años, escribió en Cádiz su primera novelita, “Atrevida apuesta”, una arcangélica historia en la que un joven guardiamarino apostaba que conseguiría besar a una chica y ganaba la apuesta gracias a un apagón de la luz en medio de una fiesta. A su muerte, 63 años más tarde, había escrito unas 4.500 novelas más, sin contar los radioteatros, telenovelas, fotonovelas y películas inspiradas en sus obras y hecho célebre el nombre de pluma de Corín Tellado.
Yo me enteré de su existencia en París, en los años sesenta, cuando descubrí que una sobrina mía, que venía de Lima a estudiar un curso de Civilización Francesa en La Sorbona, se había traído un maletín lleno de novelas de su autora favorita, por si sus libros escaseaban en la tierra de Balzac. Su precaución, por lo demás, era inútil porque, como advertí poco después, en la rue de la Pompe, en el elegante barrio XVI, había todo un quiosco dedicado exclusivamente a vender, alquilar o hacer intercambio de novelitas de Corín Tellado, cuyas clientas eran sobre todo las empleadas domésticas españolas e hispanoamericanas entonces muy numerosas en París.
Desde esa época tuve la tentación de conocer alguna vez a esa extraordinaria escribidora que había logrado llegar con sus historias a un público al que jamás alcanzarían los libros de los autores “cultos” de España o Hispanoamérica. Solo lo conseguí en mayo de 1981, después de múltiples gestiones, cuando la entrevisté para “La Torre de Babel”, un programa semanal que hice por seis meses para la televisión peruana. No fue nada fácil conseguir la entrevista. Su desconfianza hacia los periodistas era justificada pues ella había sido ridiculizada ya por algunos gacetilleros perdonavidas a los que abrió la puerta de su vivienda.
Me llevé una gran sorpresa al conocerla, en su casa de Roces, en las afueras de Gijón. Llevaba con gran dignidad sus cincuenta y pico de años. Era bajita, simpática, modesta, tímida pero desenvuelta y no sospechaba siquiera la fantástica popularidad de que gozaba en los estratos medios y populares de una veintena de países de lengua española y entre las comunidades “hispánicas” de Nueva York, Miami, Texas y California. Era una mujer de provincias, cuya vida había transcurrido entre Asturias, Cádiz y Galicia, dedicada mañana, tarde y noche a escribir historias de amor y desamor. De su fugaz matrimonio habían venido al mundo sus hijos Begoña y Domingo, pero, aparte de esa peripecia y de su separación matrimonial, su entera existencia estaba enteramente dedicada a fantasear y a escribir (mejor dicho, a teclear en su pequeña máquina de escribir portátil) las aventuras sentimentales que chisporroteaban en su cabeza. Uso el diminutivo para hablar de sus libros porque, de acuerdo a las exigencias de sus editores, sus novelas no debían tener nunca más de cien páginas.
Su rutina era estricta y laboriosa. Su ama de llaves, una mujer que la acompañaba desde siempre y le resolvía todos los problemas prácticos, la despertaba a las cinco de la madrugada. De inmediato se encerraba en su escritorio, un cuarto claustrofóbico, sin ventanas, atestado de anaqueles con sus novelitas, y allí permanecía diez horas escribiendo, con una breve pausa a las ocho, para desayunar. Escribía casi sin parar y casi sin corregir. Al salir del escritorio, a media tarde, tenía cincuenta páginas oleadas y sacramentadas, es decir, la mitad de una novela. Escribía dos por semana y, a ese ritmo, su obra se acercaba ya a los tres mil volúmenes. Me explicó que, su problema como escribidora, era que su cabeza “funcionaba más rápido que su habilidad de mecanógrafa”. Que, si no hubiera sido por la lentitud de sus manos ante el teclado, escribiría más, mucho más. Alentaba en ella, a su manera, claro, esa voracidad deicida de los escribidores balzacianos. Se ganaba su vida con la pluma, pero, en verdad, como les ocurre a los escribidores de verdad, no vivía de escribir sino para escribir.
Fuera de esas diez horas diarias de trabajo, su vida no podía ser más monótona y frugal. Cuatro periódicos diarios, una buena siesta, alguna vez un libro, alguna tarde una visita a una amiga, acaso una película. Muy rara vez, un viaje a Gijón, de compras o a un restaurante. Pero para estar de vuelta en casa y acostada antes de las diez. En los meses de verano, baños en la piscina y algún partido de tenis. Y pare usted de contar.
Cuando le pregunté por sus autores favoritos la noté incómoda y cambié de tema. Su oficio no era leer, sino escribir. Tenía una facilidad tan grande que las historias salían de su máquina infatigable como las palabras y el aliento de su boca. No sabía lo que era ese súbito terror pánico paralizante ante la página en blanco que padecen los escritores estreñidos. Para ella, escribir era tan fácil y natural como respirar.
Su absoluta falta de vanidad era portentosa. Decía que la maravillaba siempre pensar que la leía tanta gente y era evidente que lo decía de verdad. Su editor le había hecho creer que tiraba solo treinta mil ejemplares de cada una de sus novelas y, aunque ella sabía que probablemente aquella cifra estaba por debajo de la realidad, no le importaba. Si los editores le hacían las cuentas del tío, se encogía de hombros. Me contó que, a veces, sus exigencias eran más fastidiosas que las de los censores, en tiempos de Franco, que habían tijereteado sus historias muchas veces. Eso a ella tampoco le importaba mucho porque suavizaba las frases incriminadas ¡y ya está! Y me reveló, como prueba de su paciencia franciscana y su espíritu de templanza ante las incomprensiones del mundo, que, en una de sus novelas, se inventó un protagonista ciego. El editor le devolvió el manuscrito con una orden: “Opérelo”. Y ella, por supuesto, lo operó.
Aunque nunca la leí, siempre la respeté y la traté con cariño y gratitud. Porque gracias a ella, cientos de miles, acaso millones de personas que jamás hubieran abierto un libro de otra manera, leyeron, fantasearon, se emocionaron y lloraron y por un rato o unas horas vivieron la experiencia maravillosa de la ficción. Ella no podía sospecharlo, pero fue probablemente la última escribidora popular, en el sentido más cabal de la palabra, la que llevó una variante (fácil, elemental, sensiblera y truculenta, ya lo sé) de la literatura al vasto pueblo, ese que no entra jamás a las librerías y pasa como sobre ascuas por las secciones culturales de las revistas, y piensa que la literatura seria es larga y soporífera. Es probable que con Corín Tellado desaparezca en nuestra lengua la literatura digna de ese calificativo: popular. Lo que queda ya no lo es y lo será cada día menos, a medida que las pantallas vayan exterminando a los libros, o empujándolos a la catacumba.
Amiga Socorrín, descansa en paz.
LIMA, MAYO DEL 2009
La partida de la escribidora
Por: Mario Vargas Llosa Escritor
Por culpa de los antropólogos, la palabra incultura ha desaparecido del vocabulario. En el pasado la noción de cultura se asociaba a un conocimiento elevado —humanístico y científico—, al dominio de las artes, al buen gusto y a una sensibilidad refinada. La antropología generalizó aquella acepción a todas las manifestaciones de la vida de una comunidad —sus creencias, sus costumbres, sus ritos, sus vicios y valores— de modo que hoy nos encontramos en la prensa con expresiones como “la cultura de la manducación de carne humana”, la “cultura del contrabando”, “del fútbol” y de cosas aún peores. Ya nadie es inculto, todos nos hemos vuelto cultos de alguna manera, lo que constituye, sin duda, la apoteosis de esta civilización nuestra marcada por el sesgo de la frivolidad.
Dentro de este contexto no es impropio decir que Corín Tellado, la escribidora asturiana que murió el mes pasado, a sus 82 años de edad, fue probablemente el fenómeno sociocultural más notable que haya experimentado la lengua española desde el Siglo de Oro. Aunque esto parezca herejía, y lo sea desde un punto de vista cualitativo, no lo es desde el cuantitativo, porque ni Borges ni García Márquez ni Ortega y Gasset ni cualquier otro de los más originales creadores o pensadores de nuestra lengua ha llegado a tanta gente ni influido tanto en su manera de sentir, hablar, amar, odiar y entender la vida y las relaciones humanas como María del Socorro Tellado López, apodada Socorrín por su familia y sus amigos, la muchacha que , en 1946, a sus 19 años, escribió en Cádiz su primera novelita, “Atrevida apuesta”, una arcangélica historia en la que un joven guardiamarino apostaba que conseguiría besar a una chica y ganaba la apuesta gracias a un apagón de la luz en medio de una fiesta. A su muerte, 63 años más tarde, había escrito unas 4.500 novelas más, sin contar los radioteatros, telenovelas, fotonovelas y películas inspiradas en sus obras y hecho célebre el nombre de pluma de Corín Tellado.
Yo me enteré de su existencia en París, en los años sesenta, cuando descubrí que una sobrina mía, que venía de Lima a estudiar un curso de Civilización Francesa en La Sorbona, se había traído un maletín lleno de novelas de su autora favorita, por si sus libros escaseaban en la tierra de Balzac. Su precaución, por lo demás, era inútil porque, como advertí poco después, en la rue de la Pompe, en el elegante barrio XVI, había todo un quiosco dedicado exclusivamente a vender, alquilar o hacer intercambio de novelitas de Corín Tellado, cuyas clientas eran sobre todo las empleadas domésticas españolas e hispanoamericanas entonces muy numerosas en París.
Desde esa época tuve la tentación de conocer alguna vez a esa extraordinaria escribidora que había logrado llegar con sus historias a un público al que jamás alcanzarían los libros de los autores “cultos” de España o Hispanoamérica. Solo lo conseguí en mayo de 1981, después de múltiples gestiones, cuando la entrevisté para “La Torre de Babel”, un programa semanal que hice por seis meses para la televisión peruana. No fue nada fácil conseguir la entrevista. Su desconfianza hacia los periodistas era justificada pues ella había sido ridiculizada ya por algunos gacetilleros perdonavidas a los que abrió la puerta de su vivienda.
Me llevé una gran sorpresa al conocerla, en su casa de Roces, en las afueras de Gijón. Llevaba con gran dignidad sus cincuenta y pico de años. Era bajita, simpática, modesta, tímida pero desenvuelta y no sospechaba siquiera la fantástica popularidad de que gozaba en los estratos medios y populares de una veintena de países de lengua española y entre las comunidades “hispánicas” de Nueva York, Miami, Texas y California. Era una mujer de provincias, cuya vida había transcurrido entre Asturias, Cádiz y Galicia, dedicada mañana, tarde y noche a escribir historias de amor y desamor. De su fugaz matrimonio habían venido al mundo sus hijos Begoña y Domingo, pero, aparte de esa peripecia y de su separación matrimonial, su entera existencia estaba enteramente dedicada a fantasear y a escribir (mejor dicho, a teclear en su pequeña máquina de escribir portátil) las aventuras sentimentales que chisporroteaban en su cabeza. Uso el diminutivo para hablar de sus libros porque, de acuerdo a las exigencias de sus editores, sus novelas no debían tener nunca más de cien páginas.
Su rutina era estricta y laboriosa. Su ama de llaves, una mujer que la acompañaba desde siempre y le resolvía todos los problemas prácticos, la despertaba a las cinco de la madrugada. De inmediato se encerraba en su escritorio, un cuarto claustrofóbico, sin ventanas, atestado de anaqueles con sus novelitas, y allí permanecía diez horas escribiendo, con una breve pausa a las ocho, para desayunar. Escribía casi sin parar y casi sin corregir. Al salir del escritorio, a media tarde, tenía cincuenta páginas oleadas y sacramentadas, es decir, la mitad de una novela. Escribía dos por semana y, a ese ritmo, su obra se acercaba ya a los tres mil volúmenes. Me explicó que, su problema como escribidora, era que su cabeza “funcionaba más rápido que su habilidad de mecanógrafa”. Que, si no hubiera sido por la lentitud de sus manos ante el teclado, escribiría más, mucho más. Alentaba en ella, a su manera, claro, esa voracidad deicida de los escribidores balzacianos. Se ganaba su vida con la pluma, pero, en verdad, como les ocurre a los escribidores de verdad, no vivía de escribir sino para escribir.
Fuera de esas diez horas diarias de trabajo, su vida no podía ser más monótona y frugal. Cuatro periódicos diarios, una buena siesta, alguna vez un libro, alguna tarde una visita a una amiga, acaso una película. Muy rara vez, un viaje a Gijón, de compras o a un restaurante. Pero para estar de vuelta en casa y acostada antes de las diez. En los meses de verano, baños en la piscina y algún partido de tenis. Y pare usted de contar.
Cuando le pregunté por sus autores favoritos la noté incómoda y cambié de tema. Su oficio no era leer, sino escribir. Tenía una facilidad tan grande que las historias salían de su máquina infatigable como las palabras y el aliento de su boca. No sabía lo que era ese súbito terror pánico paralizante ante la página en blanco que padecen los escritores estreñidos. Para ella, escribir era tan fácil y natural como respirar.
Su absoluta falta de vanidad era portentosa. Decía que la maravillaba siempre pensar que la leía tanta gente y era evidente que lo decía de verdad. Su editor le había hecho creer que tiraba solo treinta mil ejemplares de cada una de sus novelas y, aunque ella sabía que probablemente aquella cifra estaba por debajo de la realidad, no le importaba. Si los editores le hacían las cuentas del tío, se encogía de hombros. Me contó que, a veces, sus exigencias eran más fastidiosas que las de los censores, en tiempos de Franco, que habían tijereteado sus historias muchas veces. Eso a ella tampoco le importaba mucho porque suavizaba las frases incriminadas ¡y ya está! Y me reveló, como prueba de su paciencia franciscana y su espíritu de templanza ante las incomprensiones del mundo, que, en una de sus novelas, se inventó un protagonista ciego. El editor le devolvió el manuscrito con una orden: “Opérelo”. Y ella, por supuesto, lo operó.
Aunque nunca la leí, siempre la respeté y la traté con cariño y gratitud. Porque gracias a ella, cientos de miles, acaso millones de personas que jamás hubieran abierto un libro de otra manera, leyeron, fantasearon, se emocionaron y lloraron y por un rato o unas horas vivieron la experiencia maravillosa de la ficción. Ella no podía sospecharlo, pero fue probablemente la última escribidora popular, en el sentido más cabal de la palabra, la que llevó una variante (fácil, elemental, sensiblera y truculenta, ya lo sé) de la literatura al vasto pueblo, ese que no entra jamás a las librerías y pasa como sobre ascuas por las secciones culturales de las revistas, y piensa que la literatura seria es larga y soporífera. Es probable que con Corín Tellado desaparezca en nuestra lengua la literatura digna de ese calificativo: popular. Lo que queda ya no lo es y lo será cada día menos, a medida que las pantallas vayan exterminando a los libros, o empujándolos a la catacumba.
Amiga Socorrín, descansa en paz.
LIMA, MAYO DEL 2009
martes, 12 de mayo de 2009
, YA SE PUBLICÓ EL AVISO DE LA TRADICIONAL
PARA QUIENES TENGAN INTERÉS, YA SE PUBLICÓ EL AVISO DE LA TRADICIONAL RECTIFICACIÓN DE MATRÍCULA DE LA SIGUIENTE FORMA:
6TO Y 5TO AÑO: 9 DE JUNIO
4TO Y 3ER AÑO: 10 DE JUNIO
2DO Y 1ER AÑO: 11 DE JUNIO
REQUISITOS:
REPORTE ORIGINAL DE MATRICULA 2009
CARNÉ UNIVERSITARIO DEL 2008
6TO Y 5TO AÑO: 9 DE JUNIO
4TO Y 3ER AÑO: 10 DE JUNIO
2DO Y 1ER AÑO: 11 DE JUNIO
REQUISITOS:
REPORTE ORIGINAL DE MATRICULA 2009
CARNÉ UNIVERSITARIO DEL 2008
domingo, 26 de abril de 2009
ARTÍCULO PUBLICADO EN EL COMERCIO 26/04/09
LAS OPCIONES DEL 2011
¿Realmente merecemos esto...?
Por: Fernando de Szyszlo Artista
Es imposible no sentirse orgulloso —cuando uno esta fuera del país— de la imagen que ahora proyectamos. No importa el país, la entidad evaluadora o el medio de comunicación que haga el balance, no se oyen sino alabanzas de la marcha de nuestra economía, del progreso que se advierte por doquier en el Perú y se escuchan también temperados pero auspiciosos augurios sobre cómo nos afectará la crisis que hoy preocupa e intranquiliza tanto a las más desarrolladas economías del mundo.
Ni el más pesimista puede negar los enormes avances que hemos tenido en estos últimos diez años, de lo que dan testimonio visual no solamente nuestras ciudades —Lima que crece con una pujanza incontenible y lo cuidados que se ven sus parques y avenidas— sino más importante aun el desarrollo de los conos con sus grandes centros comerciales que le hacen estrecha competencia a los mejores de la capital. Por otro lado basta salir a los campos de la costa para comprobar cómo la agricultura ha crecido y se ha modernizado y ya no es únicamente agricultura sino agroindustrial porque no solamente producen los vegetales sino los preparan, embalan y despachan a sus numerosos clientes en diversas partes del mundo.
Desgraciadamente esa maravillosa realidad tiene una contraparte, esa medalla tiene un reverso. Vivir en el Perú produce una visión en la que no todo son las luces que vemos desde fuera.
Nadie que piense seriamente en nuestra circunstancia deja de ser consciente de que el año 2011 será gravitante y decisivo para nuestro desarrollo y que de continuar en la misma dirección daremos los pasos necesarios para alcanzarlo.
El 2011 comprobaremos si las nuevas clases medias de la capital y las provincias prosiguen su desarrollo y crecimiento o si en cambio vencen los que quieren otra vez partir de cero: siempre buscando el poder escudados en la pobreza de ciertas áreas a las que no se les ha prestado hasta ahora la ayuda que necesitan. Pero es evidente que esos grupos necesitan que esos bolsones existan para, a través de su promoción, no suprimir la miseria sino alcanzar su verdadera meta que es el poder.
El Congreso se agota en discusiones banales cuyo propósito en la mayoría de los casos no es la búsqueda de lo que es mejor para el país sino lo que es conveniente para el partido del congresista, cuando no son las interminables acusaciones sobre faltas de conducta que desgraciadamente han abundado.
El Poder Judicial tarda tanto en dar sus fallos que se ve obligado a dejar en libertad, enviar a la calle a peligrosos delincuentes por exceso de carcelería.
La existencia de una periodista que ha hecho su nombre a costa de descubrir infidelidades y pecadillos de gente de la farándula y el deporte no es sorprendente en una ciudad de 8 millones de habitantes, eso sucede en todas las ciudades grandes del mundo, lo que es inusitado es que las encuestas la den como el personaje más popular del año, que una comisión del Congreso la distinga con una medalla y el alcalde de una ciudad de provincia la declare huésped ilustre.
De otra parte creo sinceramente que los medios deberían tomar las encuestas con un poco más de seriedad y no encargar todas las semanas unas encuestas en que, al proporcionar los nombres de las personas a escoger ya influyen en los resultados. Marshall McLuhan ya dijo hace algunos años que el medio es el mensaje.
A dos años de las elecciones no necesitamos saber cada 15 días por quién votará la gente, sobre todo si le sugerimos los nombres, necesitaríamos saber cuáles son los planes que los futuros candidatos nos deben proponer. En general el resultado ha sido que una vez conseguida la nominación se venden al mejor postor los asientos en las cámaras lo que produce el nivel de los congresistas que tenemos a la vista.
En el caso de las elecciones del 2011 y los posibles candidatos la cosa es más complicada.
Las candidaturas de la señora Lourdes Flores y del señor Ollanta Humala, ambos reincidentes, sin éxito, tienen derecho de volver a ser planteadas, aun si sabemos la irremediable catástrofe que el triunfo del segundo nos promete. Un análisis desapasionado les otorgaría pocas posibilidades. La candidatura de Pedro Pablo Kuczynski, para mi entender la más atractiva, no parece todavía concretarse.
Pero hay dos casos sobre los que me es imposible no llamar la atención: Otra candidata sería la hija del ex presidente quien fuera el autor del golpe de Estado a la misma democracia que lo había llevado al poder, que corrompió todos sus estamentos, que se arrogó el poder para, en combinación con su socio, el señor Montesinos, decidir y ordenar la campaña a sangre y fuego con que combatió la salvaje insurgencia senderista, con los mismos reprobables métodos que usaban los terroristas. Esta persona ha sido condenada a 25 años de cárcel en un fallo ejemplar que servirá de precedente por su limpieza, contundencia y equidad no solamente en nuestro país, sino en el continente y en el mundo. Sin embargo, resulta ahora que la hija de ese señor después de habernos amenazado con toda clase de disturbios si extraditaban a su padre y más tarde, con la misma prepotencia, nos amenazó con disturbios callejeros si la corte lo condenaba y sin otro título que el haber usufructuado de la dictadura, pretende ser ahora, con la ayuda de sus “compañeros de viaje”, pretende, repito sin ningún otro título, ser presidenta de la República del Perú. Hasta el día de hoy su programa en caso de llegar al poder consiste en indultar a su padre. ¿Merecemos esto…?
Un general retirado que fue honrado con el más alto cargo en su profesión. Que desde que ejerció su jefatura se empeñó en dar una imagen por lo menos curiosa, sin darle importancia a la categoría de su investidura y que al poco tiempo con unas declaraciones destempladas que dificultaron seriamente el manejo de nuestra política exterior y que invoca a los más elementales y desinformados instintos populares usando un lenguaje entre insultante, grotesco y vulgar para despertar sentimientos que si todavía existen deberían estar enterrados. Sin duda que sus presentaciones a lo que recuerdan es a los programas cómicos de la televisión. Este caballero pretende ser candidato a la más alta magistratura. ¿Merecemos esto…?
¿Realmente merecemos esto...?
Por: Fernando de Szyszlo Artista
Es imposible no sentirse orgulloso —cuando uno esta fuera del país— de la imagen que ahora proyectamos. No importa el país, la entidad evaluadora o el medio de comunicación que haga el balance, no se oyen sino alabanzas de la marcha de nuestra economía, del progreso que se advierte por doquier en el Perú y se escuchan también temperados pero auspiciosos augurios sobre cómo nos afectará la crisis que hoy preocupa e intranquiliza tanto a las más desarrolladas economías del mundo.
Ni el más pesimista puede negar los enormes avances que hemos tenido en estos últimos diez años, de lo que dan testimonio visual no solamente nuestras ciudades —Lima que crece con una pujanza incontenible y lo cuidados que se ven sus parques y avenidas— sino más importante aun el desarrollo de los conos con sus grandes centros comerciales que le hacen estrecha competencia a los mejores de la capital. Por otro lado basta salir a los campos de la costa para comprobar cómo la agricultura ha crecido y se ha modernizado y ya no es únicamente agricultura sino agroindustrial porque no solamente producen los vegetales sino los preparan, embalan y despachan a sus numerosos clientes en diversas partes del mundo.
Desgraciadamente esa maravillosa realidad tiene una contraparte, esa medalla tiene un reverso. Vivir en el Perú produce una visión en la que no todo son las luces que vemos desde fuera.
Nadie que piense seriamente en nuestra circunstancia deja de ser consciente de que el año 2011 será gravitante y decisivo para nuestro desarrollo y que de continuar en la misma dirección daremos los pasos necesarios para alcanzarlo.
El 2011 comprobaremos si las nuevas clases medias de la capital y las provincias prosiguen su desarrollo y crecimiento o si en cambio vencen los que quieren otra vez partir de cero: siempre buscando el poder escudados en la pobreza de ciertas áreas a las que no se les ha prestado hasta ahora la ayuda que necesitan. Pero es evidente que esos grupos necesitan que esos bolsones existan para, a través de su promoción, no suprimir la miseria sino alcanzar su verdadera meta que es el poder.
El Congreso se agota en discusiones banales cuyo propósito en la mayoría de los casos no es la búsqueda de lo que es mejor para el país sino lo que es conveniente para el partido del congresista, cuando no son las interminables acusaciones sobre faltas de conducta que desgraciadamente han abundado.
El Poder Judicial tarda tanto en dar sus fallos que se ve obligado a dejar en libertad, enviar a la calle a peligrosos delincuentes por exceso de carcelería.
La existencia de una periodista que ha hecho su nombre a costa de descubrir infidelidades y pecadillos de gente de la farándula y el deporte no es sorprendente en una ciudad de 8 millones de habitantes, eso sucede en todas las ciudades grandes del mundo, lo que es inusitado es que las encuestas la den como el personaje más popular del año, que una comisión del Congreso la distinga con una medalla y el alcalde de una ciudad de provincia la declare huésped ilustre.
De otra parte creo sinceramente que los medios deberían tomar las encuestas con un poco más de seriedad y no encargar todas las semanas unas encuestas en que, al proporcionar los nombres de las personas a escoger ya influyen en los resultados. Marshall McLuhan ya dijo hace algunos años que el medio es el mensaje.
A dos años de las elecciones no necesitamos saber cada 15 días por quién votará la gente, sobre todo si le sugerimos los nombres, necesitaríamos saber cuáles son los planes que los futuros candidatos nos deben proponer. En general el resultado ha sido que una vez conseguida la nominación se venden al mejor postor los asientos en las cámaras lo que produce el nivel de los congresistas que tenemos a la vista.
En el caso de las elecciones del 2011 y los posibles candidatos la cosa es más complicada.
Las candidaturas de la señora Lourdes Flores y del señor Ollanta Humala, ambos reincidentes, sin éxito, tienen derecho de volver a ser planteadas, aun si sabemos la irremediable catástrofe que el triunfo del segundo nos promete. Un análisis desapasionado les otorgaría pocas posibilidades. La candidatura de Pedro Pablo Kuczynski, para mi entender la más atractiva, no parece todavía concretarse.
Pero hay dos casos sobre los que me es imposible no llamar la atención: Otra candidata sería la hija del ex presidente quien fuera el autor del golpe de Estado a la misma democracia que lo había llevado al poder, que corrompió todos sus estamentos, que se arrogó el poder para, en combinación con su socio, el señor Montesinos, decidir y ordenar la campaña a sangre y fuego con que combatió la salvaje insurgencia senderista, con los mismos reprobables métodos que usaban los terroristas. Esta persona ha sido condenada a 25 años de cárcel en un fallo ejemplar que servirá de precedente por su limpieza, contundencia y equidad no solamente en nuestro país, sino en el continente y en el mundo. Sin embargo, resulta ahora que la hija de ese señor después de habernos amenazado con toda clase de disturbios si extraditaban a su padre y más tarde, con la misma prepotencia, nos amenazó con disturbios callejeros si la corte lo condenaba y sin otro título que el haber usufructuado de la dictadura, pretende ser ahora, con la ayuda de sus “compañeros de viaje”, pretende, repito sin ningún otro título, ser presidenta de la República del Perú. Hasta el día de hoy su programa en caso de llegar al poder consiste en indultar a su padre. ¿Merecemos esto…?
Un general retirado que fue honrado con el más alto cargo en su profesión. Que desde que ejerció su jefatura se empeñó en dar una imagen por lo menos curiosa, sin darle importancia a la categoría de su investidura y que al poco tiempo con unas declaraciones destempladas que dificultaron seriamente el manejo de nuestra política exterior y que invoca a los más elementales y desinformados instintos populares usando un lenguaje entre insultante, grotesco y vulgar para despertar sentimientos que si todavía existen deberían estar enterrados. Sin duda que sus presentaciones a lo que recuerdan es a los programas cómicos de la televisión. Este caballero pretende ser candidato a la más alta magistratura. ¿Merecemos esto…?
sábado, 25 de abril de 2009
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