Si bien es cierto el 4to año no salió como me esperaba, rescato lo positivo como fueron las cátedras de la Dra. Lucy Camacho, el Dr. Bolaños, Procesal Constitucional con el Dr. Palomino Manchego y las últimas dos cátedras con el Dr. Ñique.
Un día de marzo, con mucho esfuerzo superé las dificultades que represetaban para mi esos dos cursos jalados de los que ya di cuenta, y aunque fue dificil lidiar con esa situación, se logró superar como se deseaba y el camino estaba listo para iniciar el penúltimo año de carrera.
Antes de hablar respecto de ello, me gustaría comentar algunas tradiciones que se estipulan hacer en San Marcos, solo hablaré de las que he hecho.
VIAJAR EN BURRO: Para los mal pensados, Burro es el sistema de transporte san marquino, un bus tipo ENATRU que realiza el traslado perimetral, así como de ida y vuelta de la Universidad a primera y última hora a los diferentes conos que compreden la ciudad. Al vivir en el Callao, nunca tuve la opotunidad de tomar un burro camino a mi casa, pero si muchas veces el perimetral, sobre todo cuando se trataba de ir a la Bilio Central y al rectorado; si bien caminar es muy positivo para la salud, cuando me encontraba sin compañía tenía que tomar el burro, sino la caminata se volvía tediosa y aburrida. Como olvidar los paraderos dentro de la Ciudad Universitaria, algunos de ellos verdaderos vestigios arqueológicos, sobre todo los que sucumbieron a la masacre del campus en la Avenida Venezuela y Universitaria por las obras que hasta ahora no concluyen.
EL HIGADITO DONDE LA TÍA DE LA ESQUINA: Cómo olvidar la primera vez que probé el higadito donde la archi conocida tía, tradición de la que tuve cuenta por obra y gracia de Pablo, quen me la comentó una vez. Fuimos una noche de 2005 a probar si era tan bueno como decían; nunca olvidaré como después de recibirme el sol que costaba la porción, en su mano las dos monedas, con la misma cogía los hígados de pollo crudos y sazonados de un balde donde suelen vender lubricantes para carro; frito en un santiamen te lo servía humeante, sobre una mezcla de lechuga y yuca frita. Después de las convulsiones que me provocaron evr como lo preparaban (gracias Pablo otra ves por la experiencia) lo probé y debo decir que no estaba tan mal, y si bien siemrpe para lleno el puesto de la señora pensaría 2 veces antes de volver a probar.
CALDO DE GALLINA Y CHAUFA EN EL RICO RICO: Tambiéntenía msi reservas con el lugar, sin embargo, hasta ahora no he tenido problemas, es un lugar donde se puede conversar, comer platillos rápidos como un caldo de gallina con su presa, huevo, fideos y su cancha bien tostada; y si no optas por el caldo puesdes comer un chaufa, aeropuerto, tallarín o combinado. Ha sido un lugar al que he frecuentado bastante en mi tiempo de alumno de pregrado, así también sirve para compartir con los tranquilos vecinos del frente, los que moran en el edificio color hueso de la Urbanización Palomino. Claro que ya no es facil cruzar de esquina a esquina por la presencia del "Muro de Berlín", propiamente el by pass en toda la Av. Venezuela.
Sin embargo, circunscribiéndonos a algo más cercano a la facultad, que duda cabe que la Cafetería de Derecho, que hace unos años se trasladó a Economía, es el lugar por excelencia para compartir algo mientras se espera una clase, es la hora del almuerzo o se quiere pasar la noche, ya sea con un milkshake en verano o un cafe en el invierno. Lo bueno del lugar es que te atienden rápido y la comida es agradable, lo malo es que a la hora del almuerzo es una locura y en caso almuerces con "Los Beatles" el almuerzo puede tornarse una verdadera batalla campal. Sin duda alguna que lo memorable de este lugar es el salchipollo, el broasther (que se combina bien con la dieta del apio), el bisteck a lo pobre, la jarra de refresco, el yogurth, la ensalada de frutas y el banana split, y por supuesto el arroz con mariscos, el favorito de Max (jejeje)
Otro lugar que no puede dejar de visitarse es la fotocopiadora de Beto, una verdadera institución en la Facultad de Derecho, cuyo lugar inicialmente estaba en la parte posterior de la facultad, junto al auditorio Jorge Eugenio Castañeda, pero que debido a modificaciones del sitio se reubicó al lado del banco financiero, frente a la cancha de la facultad donde BEto hace las veces de árbitro en algunos encuentros.
Por "Los Beatles" me enteré el último día del 2009 que fui a la facultad, que otro huequito para comer quedaba en la facultad de Matemática, ahora reubicada al lado de la Facultad de Letras y Administración, donde el plato estrella era la tortilla con su arroz, papas fritas y ensalada (hiper calórico) pero que a más de uno sacó de apuros a la hora del almuerzo. También era harto conocida la cafetería de química, varias veces visitada por control sanitario y donde su especial del día, cau cau con refresco a 2 soles, te mandaba derechito a la clínica universitaria.
Los festivales de danza y verbenas también tienen su lugar especial, la mejor manera de integrarse con los compañeros en el plano cultural, musical, artístico y por supuesto con algunas bebidas cuando las orquestas comenzaban a mandar en las noches de verbena. Habían muchas manera de acabar esas jornadas tan frenéticas, pero lo más importante era acabar entero y sin fotos comprometedoras la cuál podrían hacer lamentarse luego.
Así también, cómo dejar de mencionar los cumpleaños en el pasto, al lado de las fotocopiadoras atrás del murito de San Marcos o también en la plazita oscura frente a Ingenería Industrial, la cual ha cedido ante el tema del anillo vial. Es muy emocionante cuando te agasajan en ese lugar, ya sea con una torta de Tottus, Metro o la del panadero de San Juan de Lurigancho, pues te integras con tus compañeros y disfrutas de momentos bastante emotivos. A veces se traía un pollito u algo de comer para compartir y su infaltable ron o incluso, si no había mucho dinero, podrías contar con el Punto G heladito, el Climax, XXX o los vinos de 3.5 con corcho de plástico y registro sanitario en trámite, pero en verdad era lo que menos importaba, pues lo esencial era que todos estén juntos. Si quedaban fuerzas todavía de rigor se iba en mancha a la tripa, y no faltaban los tomaditos que luego se iban a buscar bronca a los de Pando. Claro que otra opción, en caso la gente no quisiera bailar, era ir un rato al Sky y continuar la jarana con las margaritos de Cristal o Brahma, según lo permitiera el bolsillo.
Recuerdo también que en 2007 pude estudiar inglés en el Britanico, haciendo provecho de un descuento especial para sanmarquinos, había olvidado lo placentero que era estudiar idiomas y grande fue mi sorpresa cuando me topé con grandes amigos en el Británico, Angela, Encarnación Poquioma (una entrañanle amiga de la selva ¿Lamud Amazonas si no falla la memoria? quien llegaría a ser consejera estudiantil), Humberto Ruiz (el tío de la Base jajaja), Anderson Terreros, Ignacio Campos entre otros ilustres aspirantes a bilingues.
No podemos olvidar a los certámenes deportivos. Cuando era cachimbo pude vivir el furor de la Copa América de 2004 en las cafeterías de la Universidad, era una verdadera proeza hacer durar una gaseosa de litro para una mesa de 8 personas los 90 minutos que duraba el encuentro y más aún si se iban a suplementario. En algunos casos el Centro Federado ponía su TV en el pasillo, y la gente se arremolinaba en el lugar, hasta se traian carpetas de las aulas para pararse en ellas y poder algo de los partidos, al final, cuando jugaba Perú, era el pretexto perfecto para maldecir a Burga.
El único mundial de futbol que se dio en todo mi pre grado fue el del 2006, el cual se desarrolló obre todo en las mañanas, así que eran pocos los partidos que podían verse en grupo, ya que los horarios de la mayoría eran masivamente nocturnos. Lo que si se vieron fueron las eliminatorias para el Mundial 2006 y 2010, los cuales, una vez más, solo dejaron pena y decepción, aunque eran el pretexto perfecto para no asistir a clases, incluso, muchos profesores a manera de cómplices tampoco asistían cuando habían partidos, peor aún si se jugaba de local.
No cabe duda que en cada rincón de la Universidad y sus alrededores, quienes hemos estudiado tanto tiempo hemos dejado algo de nosotros, sea una risa, una lágrima o cualquier expresión que nos hiciera sentirnos vivos en el momento.
miércoles, 12 de mayo de 2010
MEMORIAS DE UN EGRESADO PARTE 2
Si el primer año resultó el año de exploración, el segundo resultaría ser el de la verificación, propiamente asegurase que se había escogido la carrera correcta, propiamente resultó un ejercicio de la dialéctica. Esto por cuanto el 2do año ya entraba a ser únicamente de puros cursos de derecho.
Lo peculiar de los inicios de este año fue la manera en que nos matriculamos. Aparentemente en esta ocasión la matrícula sería vía internet; sin embargo, el sistema no cargaba y la matrícula comenzaba a las 00 horas de un lunes de marzo que no recuerdo muy bien. Es así que al ver que el servidor no iniciaba todos optamos por ir a esperar que abrán la Universidad para matricularnos de forma manual. El mayor temor era que no alcanzaramos vacantes para los profesores con quienes queríamos matricularnos, puesto que había un tope de 180 estudiantes por curso y eramos cerca de 300 los de la Base 2004 que nos íbamos a matricular.
Afortundamente me logré matricular con los profesores que deseaba, aunque la amanecida fue por las puras porque a la primera hora del lunes ya era posible acceder al sistema, aparentemente el servidor lo prendían a eso de las 7 de la mañana u algo así. De todas formas el periplo y odisea que representó la matrícula de ese año es recordada con suma jocosidad por muchos, sobre todo porque varios llevaron colchas, frazadas, almohadas y otros bienes que servían para acampar en el cruce de la avenida Universitaria con la avenida Venezuela.
Como siempre se presentarían ciertos profesores con aires de imbatibles o tremebundos, lo cual resultó cierto en algunas ocasiones, pero en otros casos si que resultaron meras exageraciones de unos cuantos paranoicos. Así las cosas, iniciaba las semanas con el curso de Civil II a cargo del temido y respetado Anibal Torres Vásquez, un profesor de bastante reputación y que para muchos era una verdadera pesadilla. La ventaja es que contaba con un libro del curso de su autoría: Acto jurídico y tenía un modelo de clase del tipo Magistral, lo cual daba cierta estabilidad. Al parecer todo con el Dr. Anibal saldría bien, sino fuera porque en la mitad del año lectivo el Dr. Anibal Torres saldría elegido como representante de los Colegios de Abogados del país ante el CNM, lo cual implicó que su cátedra quedará a merced de un reemplazante.
Este hecho conllevó a una de las situaciones más lamentables que vivió la Base 2004, qu fue la anarquía que vivió el curso por un mes y es que un grupo de estudiantes, vehementemente impusieron al Dr. Beltrán Pacheco para que asuma el curso, señalando a los que estábamos matriiculados que ello era completamente legítimo y no traería problema. El curso se epezó a dictar en otro horario y con ciertos parámetros que a muchos nos hicieron temblar, aunque la expectativa era grande. Sin embargo, una noticia nos erizó la piel al poco tiempo que el Dr. Beltrán asumiera la cátedra del Dr. Anibal Torres y era que el Dr. Beltrán no había sido desginado por la Facultad para encargarse de ese curso, en consecuencia, quienes llevábamos con él estabamos en un completo limbo. El docente oficialmente designado para asumir la cátedra de Acto Jurídico fue el Dr. Jesús Vega Vega, con quien el curso no se pudo desarrollar como se esperaba, entre otras cosas, por los sucesos que habían ocurrido y que el habría tomado como un completo desaire. Recuerdo que muchos jalaron esa materia por cuanto el criterio de calificación en verdad fue inadecuado y puso en ascuas a un buen número de compañeros de la base.
El otro gran curso de ese año fue Derecho Penal, si bien no es una materia que me agarde, por tradición en San Marcos la currícula lo tiene en un creditaje por encima de los demás junto a los de civil, por ello que había que estudiarlo con sumo cuidado. Llevé esa materia con el profesor Urquizo Olaechea, un buen profesor, pero quien tenía el gran defecto de no asistir a todas las clases, se entiende que por sus propias ocupaciones. Sin embargo, su asistente Nelson Salazar hizo un buen papel cubriendo los espacios que se dejaban, aunque para quienes no éramos muy interesados en el tema estudiar a Jakobs y Roxin resultó un verdadero dolor de cabeza.
Los martes me tocaba un curso que por alguna razón siempre llamó mi atención desde antes de llevarlo, era el de Derecho Constitucional, el cual llevé con el Dr. Palomino Manchego, de quien tenía algunas referencias y siempre un sumo interés en escuchar sus cátedras. Resultaría a la larga mi curso favorito y la materia por la cual he decidido especializarme. Por primera vez escuché de personajes como Domingo García Belaunde, Karl Loweinsten, John Marshall, Pellet Lastra, Bidart Campos, entre otros grandes. Quien diría que ese curso sería el inicio de una experiencia mucho mayor, pero el cual corresponde a otra parte de las memorias. También me tocaba esa fecha el curso de Derecho Romano con el Dr. Silva Vallejo, era la segunda vez que llevaba un curso con él y si que fue bastante interesante, así también comenzaban a despertar la brillantez y dedicación de otros compañeros que evidenciaban un gran talento para todo lo que concierne al campo de las ciencias jurídicas; mese más tarde el Dr. Silva Vallejo me pediría apoyarlo en sus investigaciones y la relación inicial de alumno - maestro pasaría a desarrollarse en el plano amical y a debatirse no solo temas jurídicos, sino también necesarios para la vida y que mejor recibir esas lecciones de un hombre que tanto ha recorrido y tiene todo por enseñar.
Los miércoles sería el turno del primer curso electivo que lleve en mi carrera, Historia Económica y social del Perú a cargo del Dr. Dennis Chávez de Paz, por primera vez tendría noticias de autores como Peter Klaren, Julio Cotler entre otros connotados investigadores, principalmente promovidos y organizados en el Instituto de Estudios Peruanos. El Dr. Dennis de Chávez llevaba su cátedra de manera muy interesante, para algunos extravagante y para otros interesante. En esas clases conocí a Massiel Mendoza, una compañera bastante empeñosa e inteligente, así como a Carlos Medianero, Juan Carlos y al favorito del Dr. Dennis, Martín Kosa, así también a Michael Luyo a quien una vez le jugamos una broma y el Dr. sin querer terminó siendo víctima de la misma. Otras compañeras fueron Gisella y Karen entre otros entrañables compañeros y compañeros.
En esta cátedra también tendría mi primer contacto con quienes más tarde formaríamos a "Los Beatles", recuerdo que un muchacho con una improvisada cola de caballo siempre me hacía el habla, aunque me costaba recordar su nombre sabía que conocía algo de mi y por eso se me acercaba tanto, lo cual no me molestaba pero me intrigaba, era el célebre Franco. Una de esas primeras clases del Dr. Dennis, cuando entraban para conocer como era el curso, intento tomarme una foto con un compañero de la base del cual ya tenía alguna noticia de su existencia, pero que sentía aún no era el momento de interactuar, Fernando Ascurra. Paraba junto con ellos un muchachito flaco de cabello crespo y siempre callado, pero que tenía la pinta de ser una mente calculadora y brillante, así como también de ser mucho menor que el resto, luego sabría que su nombre era Max Vargas. Finalmente no se quedaron en el curso de Historia Económica, aunque si fueron testigos del famoso braguetazo que alguna vez protagonizó el Dr. Dennis.
Otro curso interesante en ese segundo año resultó ser Derecho Comercial I, a cargo del hoy magistrado del Tribunal Constitucional, Dr. Ricardo Beaumont. Los temas que se analizaban era de sumo interés pues se comenzaba el estudio de las empresas y aunque el profesor no asistía regularmente a las clases, si dejaba materiales que permitían contar con algunas nociones. Recuerdo con cierta pena ese curso porque no fui capaz de asumir una responsabilidad cuando se realizó el trabajo monográfico y aunque contaba con el apoyo de mi fiel compañero Pablo, entendí que muchas veces es mejor dar un paso al costado por el bien de todo un grupo, auqnue claro, la soberbia te llega a cegar tanto que no sabes cuanto estás perdiendo.
Los jueves empezaba muy temprano con dos electivos, en primer lugar tenía el curso Pensamiento Político Peruano, un electivo que habría un panorama atractivo dentro de mi perfil académico. Ese curso estuvo a cargo del Dr. Juan de la Puente, quien hizo una cátedra amena pero que en el último semestre se volvió en descuido por sus inasistencias; pero siempre, las veces que llegaba daba lecciones que bien valían la pena. Sería en ese curso donde tendría una ruptura a nivel de mi concepción política y fue tras la lectura del libro La Realidad Nacional de Víctor Andrés Belaunde. En ese texto Víctor Andrés polemiza con el gran José Carlos Mariátegui, y sus réplicas a las tesis del Amauta tenían un fuerte sustento que ponían en tela de juicio lo que hasta ese momento consideraba como una verdad absoluta.
Concluido ese electivo me tocaba otro, era el de Historia de las Ideas Políticas a cargo del Dr. Francisco Miró Quesada Rada; quien siempre mostró una gran solvencia académica y preocupación por la formación académica de los estudiantes, absolviendo las dudas y recomendando libros, pero que al final no podría acompañarnos todo el año por su nombramiento como embajador del Perú en Francia. Era la 2da vez que una cátedra de la Base 2004 quedaba acéfala; aunque la escuela se puso las pilas y nombraría al Dr. Virgilio Hurtado como nuevo catedrático de la materia, aunque recibir una cátedra en esa situación era algo más que dificil porque no se podía explicar mucho faltando 3 meses para concluir el año, considerando que cada catedrático tiene su didáctica y estilo.
Los viernes por la mañana llevaría el curso de Italiano II con el mismo buen profesor del primer año. Con el se cerraría uno de aquellos cursos que los llevas por más de un año, lo bueno es que no hubo ninguna dificultad y se aprendió algo de italiano, idioma que no he descartado desarrollar más a fondo. Aun guardo con mucho aprecio los materiales que usabamos para aprender algo de ese idioma y siempre es agradable darle una chequeada por los viejos tiempos.
Los sábado tendría otro de los cursos considerados fuertes, era el de Civil I a cargo del Dr. Juan Espinoza Espinoza. Para muchos fue el verdadero reto del 2do año y con justa razón. El Dr. tenía una manera de evaluar bastante exigente por todos los temas que ingresaban en los exámenes, en los cuales también había un grado de dificultad por la forma que revestían. Era positivo de parte del Dr. que permitiera a los alumnos preguntar constantemente, pues ese ejercicio alentaba a leer bastante y estar preocupados por seguir el ritmo de la clase. Así también, una de las maneras en que el profesor alentaba a la participación era leyendo el código civil cuando era necesario, recuerdo que en esa tarea si estaba muy al pendiente, pues en verdad no leía y era bastante duro de cabeza para entender los temas de civil; claro que algunas personas maliciosamente hicieron mofa de mi participación leyendo el Código, en fin, supongo que tendrían razones muy válidas para esos desatinados comentarios. Lo bueno es que al final ese sería el curso donde aprendí más y obtendría una de mis mejores calificaciones en ese año.
Paralelamente ese año, si bien lo académico está dicho, lo amical siguió su curso, con sus avances y retrocesos. Con Pablo me matriculé en los mismos cursos, de esa manera nos cubríamos ante las diversas eventualidades, considerando además que Pablo desarrollaba a la vez otra carrera en la Universidad del Callao y a veces el tiempo le ganaba. Otra persona que jugaría un rol protagónico en mis amistades fue Angela Bastidas, a quien conocía desde antes de ingresar a la Universidad y con quien me unía una amistad muy especial, la cual se consolidaba con las frecuentes compañías que le hacía cuando se iba a su casa el día que nos quedábamos hasta muy tarde en la clase del Dr. Palomino Manchego, considerando que los alrededores de la U no eran muy seguros que digamos; fueron charlas donde se exploraban temas de toda índole, eso haría que Angela, con el tiempo, se convirtiera en mi confidente y una de mis grandes amigas. También fue el año de otra decepción amorosa de la cual no vale la pena hablar para no aburrir a quien haya osado leer estas líneas; sin embargo, también ese año me reencontraría con un amor de la infancia, el teatro. Recuerdo que fui a ver ese año 2 obras de teatro, Los Cachorros donde el estelar lo tenía César Ritter y El Mercader de Venecia donde la interpretación magistral de Alberto Isola y Paul Vega me haría renovar mis votos para con este género al que siempre estuve unido desde niño, no en vano mi sueño escondido desde niño fue el ser actor; por supuesto que fui acompañado a dichas funciones, por mi apreciada Michi.
Fue un año de altos y bajos, pero fue el 2do año de la carrera, las cosas se fueron aclarando para bien y por supuesto que hubieron experiencias políticas, sobre todo una toma donde llegarían a poner las carpetas como barricadas, hecho altamente romántico en quienes protagonizaban esos "levantamientos" pero que permitían formarse una idea acerca de lo que era necesario hacer para seguir afrontando con éxitos los avatares de la vida universitaria.
Lo peculiar de los inicios de este año fue la manera en que nos matriculamos. Aparentemente en esta ocasión la matrícula sería vía internet; sin embargo, el sistema no cargaba y la matrícula comenzaba a las 00 horas de un lunes de marzo que no recuerdo muy bien. Es así que al ver que el servidor no iniciaba todos optamos por ir a esperar que abrán la Universidad para matricularnos de forma manual. El mayor temor era que no alcanzaramos vacantes para los profesores con quienes queríamos matricularnos, puesto que había un tope de 180 estudiantes por curso y eramos cerca de 300 los de la Base 2004 que nos íbamos a matricular.
Afortundamente me logré matricular con los profesores que deseaba, aunque la amanecida fue por las puras porque a la primera hora del lunes ya era posible acceder al sistema, aparentemente el servidor lo prendían a eso de las 7 de la mañana u algo así. De todas formas el periplo y odisea que representó la matrícula de ese año es recordada con suma jocosidad por muchos, sobre todo porque varios llevaron colchas, frazadas, almohadas y otros bienes que servían para acampar en el cruce de la avenida Universitaria con la avenida Venezuela.
Como siempre se presentarían ciertos profesores con aires de imbatibles o tremebundos, lo cual resultó cierto en algunas ocasiones, pero en otros casos si que resultaron meras exageraciones de unos cuantos paranoicos. Así las cosas, iniciaba las semanas con el curso de Civil II a cargo del temido y respetado Anibal Torres Vásquez, un profesor de bastante reputación y que para muchos era una verdadera pesadilla. La ventaja es que contaba con un libro del curso de su autoría: Acto jurídico y tenía un modelo de clase del tipo Magistral, lo cual daba cierta estabilidad. Al parecer todo con el Dr. Anibal saldría bien, sino fuera porque en la mitad del año lectivo el Dr. Anibal Torres saldría elegido como representante de los Colegios de Abogados del país ante el CNM, lo cual implicó que su cátedra quedará a merced de un reemplazante.
Este hecho conllevó a una de las situaciones más lamentables que vivió la Base 2004, qu fue la anarquía que vivió el curso por un mes y es que un grupo de estudiantes, vehementemente impusieron al Dr. Beltrán Pacheco para que asuma el curso, señalando a los que estábamos matriiculados que ello era completamente legítimo y no traería problema. El curso se epezó a dictar en otro horario y con ciertos parámetros que a muchos nos hicieron temblar, aunque la expectativa era grande. Sin embargo, una noticia nos erizó la piel al poco tiempo que el Dr. Beltrán asumiera la cátedra del Dr. Anibal Torres y era que el Dr. Beltrán no había sido desginado por la Facultad para encargarse de ese curso, en consecuencia, quienes llevábamos con él estabamos en un completo limbo. El docente oficialmente designado para asumir la cátedra de Acto Jurídico fue el Dr. Jesús Vega Vega, con quien el curso no se pudo desarrollar como se esperaba, entre otras cosas, por los sucesos que habían ocurrido y que el habría tomado como un completo desaire. Recuerdo que muchos jalaron esa materia por cuanto el criterio de calificación en verdad fue inadecuado y puso en ascuas a un buen número de compañeros de la base.
El otro gran curso de ese año fue Derecho Penal, si bien no es una materia que me agarde, por tradición en San Marcos la currícula lo tiene en un creditaje por encima de los demás junto a los de civil, por ello que había que estudiarlo con sumo cuidado. Llevé esa materia con el profesor Urquizo Olaechea, un buen profesor, pero quien tenía el gran defecto de no asistir a todas las clases, se entiende que por sus propias ocupaciones. Sin embargo, su asistente Nelson Salazar hizo un buen papel cubriendo los espacios que se dejaban, aunque para quienes no éramos muy interesados en el tema estudiar a Jakobs y Roxin resultó un verdadero dolor de cabeza.
Los martes me tocaba un curso que por alguna razón siempre llamó mi atención desde antes de llevarlo, era el de Derecho Constitucional, el cual llevé con el Dr. Palomino Manchego, de quien tenía algunas referencias y siempre un sumo interés en escuchar sus cátedras. Resultaría a la larga mi curso favorito y la materia por la cual he decidido especializarme. Por primera vez escuché de personajes como Domingo García Belaunde, Karl Loweinsten, John Marshall, Pellet Lastra, Bidart Campos, entre otros grandes. Quien diría que ese curso sería el inicio de una experiencia mucho mayor, pero el cual corresponde a otra parte de las memorias. También me tocaba esa fecha el curso de Derecho Romano con el Dr. Silva Vallejo, era la segunda vez que llevaba un curso con él y si que fue bastante interesante, así también comenzaban a despertar la brillantez y dedicación de otros compañeros que evidenciaban un gran talento para todo lo que concierne al campo de las ciencias jurídicas; mese más tarde el Dr. Silva Vallejo me pediría apoyarlo en sus investigaciones y la relación inicial de alumno - maestro pasaría a desarrollarse en el plano amical y a debatirse no solo temas jurídicos, sino también necesarios para la vida y que mejor recibir esas lecciones de un hombre que tanto ha recorrido y tiene todo por enseñar.
Los miércoles sería el turno del primer curso electivo que lleve en mi carrera, Historia Económica y social del Perú a cargo del Dr. Dennis Chávez de Paz, por primera vez tendría noticias de autores como Peter Klaren, Julio Cotler entre otros connotados investigadores, principalmente promovidos y organizados en el Instituto de Estudios Peruanos. El Dr. Dennis de Chávez llevaba su cátedra de manera muy interesante, para algunos extravagante y para otros interesante. En esas clases conocí a Massiel Mendoza, una compañera bastante empeñosa e inteligente, así como a Carlos Medianero, Juan Carlos y al favorito del Dr. Dennis, Martín Kosa, así también a Michael Luyo a quien una vez le jugamos una broma y el Dr. sin querer terminó siendo víctima de la misma. Otras compañeras fueron Gisella y Karen entre otros entrañables compañeros y compañeros.
En esta cátedra también tendría mi primer contacto con quienes más tarde formaríamos a "Los Beatles", recuerdo que un muchacho con una improvisada cola de caballo siempre me hacía el habla, aunque me costaba recordar su nombre sabía que conocía algo de mi y por eso se me acercaba tanto, lo cual no me molestaba pero me intrigaba, era el célebre Franco. Una de esas primeras clases del Dr. Dennis, cuando entraban para conocer como era el curso, intento tomarme una foto con un compañero de la base del cual ya tenía alguna noticia de su existencia, pero que sentía aún no era el momento de interactuar, Fernando Ascurra. Paraba junto con ellos un muchachito flaco de cabello crespo y siempre callado, pero que tenía la pinta de ser una mente calculadora y brillante, así como también de ser mucho menor que el resto, luego sabría que su nombre era Max Vargas. Finalmente no se quedaron en el curso de Historia Económica, aunque si fueron testigos del famoso braguetazo que alguna vez protagonizó el Dr. Dennis.
Otro curso interesante en ese segundo año resultó ser Derecho Comercial I, a cargo del hoy magistrado del Tribunal Constitucional, Dr. Ricardo Beaumont. Los temas que se analizaban era de sumo interés pues se comenzaba el estudio de las empresas y aunque el profesor no asistía regularmente a las clases, si dejaba materiales que permitían contar con algunas nociones. Recuerdo con cierta pena ese curso porque no fui capaz de asumir una responsabilidad cuando se realizó el trabajo monográfico y aunque contaba con el apoyo de mi fiel compañero Pablo, entendí que muchas veces es mejor dar un paso al costado por el bien de todo un grupo, auqnue claro, la soberbia te llega a cegar tanto que no sabes cuanto estás perdiendo.
Los jueves empezaba muy temprano con dos electivos, en primer lugar tenía el curso Pensamiento Político Peruano, un electivo que habría un panorama atractivo dentro de mi perfil académico. Ese curso estuvo a cargo del Dr. Juan de la Puente, quien hizo una cátedra amena pero que en el último semestre se volvió en descuido por sus inasistencias; pero siempre, las veces que llegaba daba lecciones que bien valían la pena. Sería en ese curso donde tendría una ruptura a nivel de mi concepción política y fue tras la lectura del libro La Realidad Nacional de Víctor Andrés Belaunde. En ese texto Víctor Andrés polemiza con el gran José Carlos Mariátegui, y sus réplicas a las tesis del Amauta tenían un fuerte sustento que ponían en tela de juicio lo que hasta ese momento consideraba como una verdad absoluta.
Concluido ese electivo me tocaba otro, era el de Historia de las Ideas Políticas a cargo del Dr. Francisco Miró Quesada Rada; quien siempre mostró una gran solvencia académica y preocupación por la formación académica de los estudiantes, absolviendo las dudas y recomendando libros, pero que al final no podría acompañarnos todo el año por su nombramiento como embajador del Perú en Francia. Era la 2da vez que una cátedra de la Base 2004 quedaba acéfala; aunque la escuela se puso las pilas y nombraría al Dr. Virgilio Hurtado como nuevo catedrático de la materia, aunque recibir una cátedra en esa situación era algo más que dificil porque no se podía explicar mucho faltando 3 meses para concluir el año, considerando que cada catedrático tiene su didáctica y estilo.
Los viernes por la mañana llevaría el curso de Italiano II con el mismo buen profesor del primer año. Con el se cerraría uno de aquellos cursos que los llevas por más de un año, lo bueno es que no hubo ninguna dificultad y se aprendió algo de italiano, idioma que no he descartado desarrollar más a fondo. Aun guardo con mucho aprecio los materiales que usabamos para aprender algo de ese idioma y siempre es agradable darle una chequeada por los viejos tiempos.
Los sábado tendría otro de los cursos considerados fuertes, era el de Civil I a cargo del Dr. Juan Espinoza Espinoza. Para muchos fue el verdadero reto del 2do año y con justa razón. El Dr. tenía una manera de evaluar bastante exigente por todos los temas que ingresaban en los exámenes, en los cuales también había un grado de dificultad por la forma que revestían. Era positivo de parte del Dr. que permitiera a los alumnos preguntar constantemente, pues ese ejercicio alentaba a leer bastante y estar preocupados por seguir el ritmo de la clase. Así también, una de las maneras en que el profesor alentaba a la participación era leyendo el código civil cuando era necesario, recuerdo que en esa tarea si estaba muy al pendiente, pues en verdad no leía y era bastante duro de cabeza para entender los temas de civil; claro que algunas personas maliciosamente hicieron mofa de mi participación leyendo el Código, en fin, supongo que tendrían razones muy válidas para esos desatinados comentarios. Lo bueno es que al final ese sería el curso donde aprendí más y obtendría una de mis mejores calificaciones en ese año.
Paralelamente ese año, si bien lo académico está dicho, lo amical siguió su curso, con sus avances y retrocesos. Con Pablo me matriculé en los mismos cursos, de esa manera nos cubríamos ante las diversas eventualidades, considerando además que Pablo desarrollaba a la vez otra carrera en la Universidad del Callao y a veces el tiempo le ganaba. Otra persona que jugaría un rol protagónico en mis amistades fue Angela Bastidas, a quien conocía desde antes de ingresar a la Universidad y con quien me unía una amistad muy especial, la cual se consolidaba con las frecuentes compañías que le hacía cuando se iba a su casa el día que nos quedábamos hasta muy tarde en la clase del Dr. Palomino Manchego, considerando que los alrededores de la U no eran muy seguros que digamos; fueron charlas donde se exploraban temas de toda índole, eso haría que Angela, con el tiempo, se convirtiera en mi confidente y una de mis grandes amigas. También fue el año de otra decepción amorosa de la cual no vale la pena hablar para no aburrir a quien haya osado leer estas líneas; sin embargo, también ese año me reencontraría con un amor de la infancia, el teatro. Recuerdo que fui a ver ese año 2 obras de teatro, Los Cachorros donde el estelar lo tenía César Ritter y El Mercader de Venecia donde la interpretación magistral de Alberto Isola y Paul Vega me haría renovar mis votos para con este género al que siempre estuve unido desde niño, no en vano mi sueño escondido desde niño fue el ser actor; por supuesto que fui acompañado a dichas funciones, por mi apreciada Michi.
Fue un año de altos y bajos, pero fue el 2do año de la carrera, las cosas se fueron aclarando para bien y por supuesto que hubieron experiencias políticas, sobre todo una toma donde llegarían a poner las carpetas como barricadas, hecho altamente romántico en quienes protagonizaban esos "levantamientos" pero que permitían formarse una idea acerca de lo que era necesario hacer para seguir afrontando con éxitos los avatares de la vida universitaria.
lunes, 4 de enero de 2010
Memorias de un egresado PARTE 1
Estando tan cerca de la Navidad, los sentimientos afloran en todos los sentidos. Recibiendo los mensajes de varios compañeros, comencé a recordar como los conocí. Eso me remonta al año 2004 cuando se inicia mi vida universitaria en la Facultad de Derecho de la UNMSM.
Mi primer gran recuerdo en la UNMSM como estudiante es el día de la matrícula. Ya había estado frecuentando el campus semanas antes de iniciar los estudios debido a los cursos de verano que organizaba el Centro Federado, gracias a los cuales pude tener una información general de lo que viviría dentro de la Decana de América. Pues bien, esas primeras charlas me sirvieron de mucho por cuanto la matrícula implicó que llegue muy temprano a la puerta de la facultad, a hacer cola para esperar matricularme sin problemas; no solo yo, sino cientos de compañeros que luego conformaríamos una familia, llamada, Base 2004.
Una vez matriculado estaba presto a iniciar mis clases, las cuáles empezaron posteriores a la Semana Santa de ese año. El régimen anual comprendía 13 cursos de igual creditaje, un aproximado de 3 cursos por 3 días y 2 por 2 días (no me gustaba estudiar hasta el sábado). Sería la primera materia que cursaría Informática jurídica, un lunes a las 6:00 pm bajo la cátedra de la Dra. Velarde Koechlin. Recuerdo que me dio una buena impresión y que se retomaba un concepto que había dejado de ver desde el colegio, nombrar un delegado. Allí designaron a Rubén Molina, quien sería nuestro primer delegado de Base a su vez.
A las 7:30 tenía otro curso, Sociología General y jurídica con el Dr. Horna Torres. Por primera vez escuchaba nombres como Max Weber, Emile Durkheim y otros autores que representaban otro nivel dentro de mi formación académica. Así también me volví a encontrar con quien fuera mi némesis (pero hoy una entrañable amiga) Ana María Ávila, con quien me di una buena pelea para ingresar a la Universidad pero que ahora ella está a punto de convertirse en una gran doctora (espero que no me cobre las consultas por los buenos tiempos). También conocí a Jesús Tinoco (quien me da impresión de ser algo mayorcito), Blanca Capcha, Rolando Breña, Brucy Paredes, Ignacio Campos, Ivonne entre otros ilustres noctámbulos. Obviamente que no estaba solo, mi gran amigo Pablo Huapaya fue mi cómplice desde la Academia Aduni y ahora compartía conmigo la carrera y que duda cabe fue el gran apoyo (en realidad mutuo) para empezar, desarrollar y concluir exitosamente la carrera.
Acabada la clase de Horna, a las nueve iniciaba otra clase (que bonita forma de empezar la semana, era Biología General con el profesor David Hinojosa. Fue un curso que me llevaba a una materia que no era de mi agrado en la secundaria, pero era interesante verlo desde una perspectiva universitaria. El Dr. Hinojosa es un catedrático muy estricto, pero si era muy presto a absolver nuestras dudas y ser enérgico cuando la situación lo ameritaba. Así pues el día lunes acaba a las 10:30 pm para mi.
Los martes iniciaba temprano, a las 10:30 am llevaba matemática y estadística (que ahora fue volado de la currícula) con la Profesora De Paz Apéstegui, una profesora muy buena y exigente que a más de uno haría patalear en el año. En esa clase conocí a la cosmopolita, simpática y talentosa Milagros García, una amiga muy buena y precoz, como todos los genios. La ventaja de vivir cerca me permitía regresar a mi casa ni bien concluía ese curso, para ayudar en la tienda que tenemos (mi gran lastre hasta el día de hoy, pero con la que a la larga tengo una relación de amor - odio). Ya a las 6pm retornaba a la Facultad para mi 5ta clase de la semana, con el Dr. Santos Isla y la cátedra de Psicología y psicopatología.
Los miércoles se convertirían en los días geniales, por cuanto me tocaban los dos principales cursos de la carrera. Me estoy refiriendo a Historia General del Derecho, donde haría su aparición en mi vida el brillante Dr. José Antonio Silva Vallejo, a quien debo la primera humillación pública en la Facultad, tras fustigar duramente mi pésima forma de expresión así como mi bajo nivel académico frente a lo que se requeriría para ser un brillante abogado; tiempo después, recordaría junto con él esa anécdota, ya no como su estudiante, sino como su asistente personal; Eunice Cabrera sería otra gran amiga a la que conocería gracias a esta cátedra, pues ella tuvo la valentía, en todo el sentido de la palabra, de asumir la delegatura de ese curso. Tras culminar su clase, se daba paso a la cátedra de Introducción al Derecho, donde el legendario Dr. Ñique de la Puente hacía delirar en niveles impresionante a quienes concurríamos masivamente a sus clases; amado e idolatrado por unos, odiado u envidiado por otros´, fue una cátedra de la que aprendí muchísimo así como pude acercarme un poco al vaivén político dentro de la Universidad, sobre todo por las aspiraciones decanales de ese entonces del Dr. las cuales serían frustradas ese mismo año, pero se tomaría la revancha en 2007. Para finalizar la noche, casi maratónica pues desde las 6pm a las 10:30 no parábamos, nos tocaba clase de Historia de la Literatura con el profesor Matthews, un sujeto de lo más peculiar y que hacía de la cátedra una auténtica tertulia con sus toques de ironía.
Los jueves asistía por las mañanas para una sola clase, la del fallecido Dr. Cruz Godo, un catedrático a carta cabal que tenía a su cargo el dictado de Historia de las Doctrinas Económicas (cátedra que me fue de suma utilidad cuando asumí el dictado del curso de Economía a nivel preuniversitario); el Dr. era bastante gentil y cordial, pero sabía increpar a los estudiantes remolones, sin embargo, todos sentimos su fallecimiento el año pasado y hasta hoy sentimos su ausencia. Por las noches tenía mi cátedra de Historia de la Filosofía, donde conocí a otras dos geniales amigas, Carolina Romero y a Mary Chaupis, así como a otros compañeros que no recuerdo con detalle; la cátedra era regentada por el Dr. Max López Cava, tocayo de uno de "Los Beatles" y creo que su maestro también, un catedrático que parecía no era el idóneo para el curso (las quejas eran constantes) pero que mal que bien sacó adelante el curso. Para cerrar ese día llevaba con el Dr. Hernández Campos el curso de Metodología de la Investigación; era un docente que se preocupaba por dar el material necesario para tener una orientación sobre lo que se desarrollaba, mas lo acertado en su labor fue contar con el apoyo de sus ayudantes de cátedra, quienes lo salvaron en más de una ocasión por los reclamos constantes que había sobre la metodología, en fin, son gajes del oficio.
Para culminar la semana, lo viernes temprano llevaba el curso de Italiano con un profesor muy amable y que hasta ahora dicta y a quien en verdad es un placer y un honor saludarlo cuando lo encuentras en el camino. A ese curso le debo el primer 20 que obtuve en la Universidad junto con Historia de la Literatura. Ya en la noche, como antesala para ir a "La Tripa" o el Acuario (su denominación social) llevaba el curso de Lingüística con el profesor Pimentel, quien era el que monopolizaba el curso en las demás secciones y si que tuvo una chamba fuerte, pero a quien recuerdo por ser con quien culminé mi primer año de Derecho, un viernes 17 de diciembre que di el examen final, para luego ir a celebrar la previa del cumpleaños de Charito.
También fue el año del primer amor y por supuesto de la primera desilusión estrepitosa, recuerdo que mucho me ayudó a superar esos penosos momentos una auténtica amiga incondicional de quien siempre agradezco haberla conocido, Miriam Rivera, quien tenía que soportar todos mis lamentos (muchos de ellos verdaderamente patéticos) pero quien me enseñó lo mucho que uno vale y verdaderamente se merece.
El primer año fue un éxito descomunal, la táctica de estudiar por las noches (10 de 13 cursos), anticiparme a algunos profesores de quienes ya tenía ciertas noticias y de ser muy empeñoso y siempre consultar me resultó. Obviamente que en este sentido quien se lleva las palmas es mi mentor y gran amigo Armando Flores, de quien siempre estaré agradecido por todas sus lecciones y porque siempre me hizo pisar tierra para soportar las inclemencias naturales para alguien que inicia la educación superior. No en vano es el primer profesor en mi vida a quien ayudo y asisto en su clase y del cual seré su eterno asistente.
Entre clases nocturnas, diálogos con Pablo, salidas con las nuevas amigas, una toma de la facultad por más de un mes por "los gusanos", unas escapadas a la Tripa o al Sky de vez en cuando y las frecuentes visitas a la biblioteca de la Facultad y de la Universidad, se pasó el primer del año de Derecho.
Mi primer gran recuerdo en la UNMSM como estudiante es el día de la matrícula. Ya había estado frecuentando el campus semanas antes de iniciar los estudios debido a los cursos de verano que organizaba el Centro Federado, gracias a los cuales pude tener una información general de lo que viviría dentro de la Decana de América. Pues bien, esas primeras charlas me sirvieron de mucho por cuanto la matrícula implicó que llegue muy temprano a la puerta de la facultad, a hacer cola para esperar matricularme sin problemas; no solo yo, sino cientos de compañeros que luego conformaríamos una familia, llamada, Base 2004.
Una vez matriculado estaba presto a iniciar mis clases, las cuáles empezaron posteriores a la Semana Santa de ese año. El régimen anual comprendía 13 cursos de igual creditaje, un aproximado de 3 cursos por 3 días y 2 por 2 días (no me gustaba estudiar hasta el sábado). Sería la primera materia que cursaría Informática jurídica, un lunes a las 6:00 pm bajo la cátedra de la Dra. Velarde Koechlin. Recuerdo que me dio una buena impresión y que se retomaba un concepto que había dejado de ver desde el colegio, nombrar un delegado. Allí designaron a Rubén Molina, quien sería nuestro primer delegado de Base a su vez.
A las 7:30 tenía otro curso, Sociología General y jurídica con el Dr. Horna Torres. Por primera vez escuchaba nombres como Max Weber, Emile Durkheim y otros autores que representaban otro nivel dentro de mi formación académica. Así también me volví a encontrar con quien fuera mi némesis (pero hoy una entrañable amiga) Ana María Ávila, con quien me di una buena pelea para ingresar a la Universidad pero que ahora ella está a punto de convertirse en una gran doctora (espero que no me cobre las consultas por los buenos tiempos). También conocí a Jesús Tinoco (quien me da impresión de ser algo mayorcito), Blanca Capcha, Rolando Breña, Brucy Paredes, Ignacio Campos, Ivonne entre otros ilustres noctámbulos. Obviamente que no estaba solo, mi gran amigo Pablo Huapaya fue mi cómplice desde la Academia Aduni y ahora compartía conmigo la carrera y que duda cabe fue el gran apoyo (en realidad mutuo) para empezar, desarrollar y concluir exitosamente la carrera.
Acabada la clase de Horna, a las nueve iniciaba otra clase (que bonita forma de empezar la semana, era Biología General con el profesor David Hinojosa. Fue un curso que me llevaba a una materia que no era de mi agrado en la secundaria, pero era interesante verlo desde una perspectiva universitaria. El Dr. Hinojosa es un catedrático muy estricto, pero si era muy presto a absolver nuestras dudas y ser enérgico cuando la situación lo ameritaba. Así pues el día lunes acaba a las 10:30 pm para mi.
Los martes iniciaba temprano, a las 10:30 am llevaba matemática y estadística (que ahora fue volado de la currícula) con la Profesora De Paz Apéstegui, una profesora muy buena y exigente que a más de uno haría patalear en el año. En esa clase conocí a la cosmopolita, simpática y talentosa Milagros García, una amiga muy buena y precoz, como todos los genios. La ventaja de vivir cerca me permitía regresar a mi casa ni bien concluía ese curso, para ayudar en la tienda que tenemos (mi gran lastre hasta el día de hoy, pero con la que a la larga tengo una relación de amor - odio). Ya a las 6pm retornaba a la Facultad para mi 5ta clase de la semana, con el Dr. Santos Isla y la cátedra de Psicología y psicopatología.
Los miércoles se convertirían en los días geniales, por cuanto me tocaban los dos principales cursos de la carrera. Me estoy refiriendo a Historia General del Derecho, donde haría su aparición en mi vida el brillante Dr. José Antonio Silva Vallejo, a quien debo la primera humillación pública en la Facultad, tras fustigar duramente mi pésima forma de expresión así como mi bajo nivel académico frente a lo que se requeriría para ser un brillante abogado; tiempo después, recordaría junto con él esa anécdota, ya no como su estudiante, sino como su asistente personal; Eunice Cabrera sería otra gran amiga a la que conocería gracias a esta cátedra, pues ella tuvo la valentía, en todo el sentido de la palabra, de asumir la delegatura de ese curso. Tras culminar su clase, se daba paso a la cátedra de Introducción al Derecho, donde el legendario Dr. Ñique de la Puente hacía delirar en niveles impresionante a quienes concurríamos masivamente a sus clases; amado e idolatrado por unos, odiado u envidiado por otros´, fue una cátedra de la que aprendí muchísimo así como pude acercarme un poco al vaivén político dentro de la Universidad, sobre todo por las aspiraciones decanales de ese entonces del Dr. las cuales serían frustradas ese mismo año, pero se tomaría la revancha en 2007. Para finalizar la noche, casi maratónica pues desde las 6pm a las 10:30 no parábamos, nos tocaba clase de Historia de la Literatura con el profesor Matthews, un sujeto de lo más peculiar y que hacía de la cátedra una auténtica tertulia con sus toques de ironía.
Los jueves asistía por las mañanas para una sola clase, la del fallecido Dr. Cruz Godo, un catedrático a carta cabal que tenía a su cargo el dictado de Historia de las Doctrinas Económicas (cátedra que me fue de suma utilidad cuando asumí el dictado del curso de Economía a nivel preuniversitario); el Dr. era bastante gentil y cordial, pero sabía increpar a los estudiantes remolones, sin embargo, todos sentimos su fallecimiento el año pasado y hasta hoy sentimos su ausencia. Por las noches tenía mi cátedra de Historia de la Filosofía, donde conocí a otras dos geniales amigas, Carolina Romero y a Mary Chaupis, así como a otros compañeros que no recuerdo con detalle; la cátedra era regentada por el Dr. Max López Cava, tocayo de uno de "Los Beatles" y creo que su maestro también, un catedrático que parecía no era el idóneo para el curso (las quejas eran constantes) pero que mal que bien sacó adelante el curso. Para cerrar ese día llevaba con el Dr. Hernández Campos el curso de Metodología de la Investigación; era un docente que se preocupaba por dar el material necesario para tener una orientación sobre lo que se desarrollaba, mas lo acertado en su labor fue contar con el apoyo de sus ayudantes de cátedra, quienes lo salvaron en más de una ocasión por los reclamos constantes que había sobre la metodología, en fin, son gajes del oficio.
Para culminar la semana, lo viernes temprano llevaba el curso de Italiano con un profesor muy amable y que hasta ahora dicta y a quien en verdad es un placer y un honor saludarlo cuando lo encuentras en el camino. A ese curso le debo el primer 20 que obtuve en la Universidad junto con Historia de la Literatura. Ya en la noche, como antesala para ir a "La Tripa" o el Acuario (su denominación social) llevaba el curso de Lingüística con el profesor Pimentel, quien era el que monopolizaba el curso en las demás secciones y si que tuvo una chamba fuerte, pero a quien recuerdo por ser con quien culminé mi primer año de Derecho, un viernes 17 de diciembre que di el examen final, para luego ir a celebrar la previa del cumpleaños de Charito.
También fue el año del primer amor y por supuesto de la primera desilusión estrepitosa, recuerdo que mucho me ayudó a superar esos penosos momentos una auténtica amiga incondicional de quien siempre agradezco haberla conocido, Miriam Rivera, quien tenía que soportar todos mis lamentos (muchos de ellos verdaderamente patéticos) pero quien me enseñó lo mucho que uno vale y verdaderamente se merece.
El primer año fue un éxito descomunal, la táctica de estudiar por las noches (10 de 13 cursos), anticiparme a algunos profesores de quienes ya tenía ciertas noticias y de ser muy empeñoso y siempre consultar me resultó. Obviamente que en este sentido quien se lleva las palmas es mi mentor y gran amigo Armando Flores, de quien siempre estaré agradecido por todas sus lecciones y porque siempre me hizo pisar tierra para soportar las inclemencias naturales para alguien que inicia la educación superior. No en vano es el primer profesor en mi vida a quien ayudo y asisto en su clase y del cual seré su eterno asistente.
Entre clases nocturnas, diálogos con Pablo, salidas con las nuevas amigas, una toma de la facultad por más de un mes por "los gusanos", unas escapadas a la Tripa o al Sky de vez en cuando y las frecuentes visitas a la biblioteca de la Facultad y de la Universidad, se pasó el primer del año de Derecho.
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lunes, 28 de diciembre de 2009
LA UNIVERSIDAD ABIERTA Y SUS ENEMIGOS
Ad portas de egresar de mi Universidad, hay varios asuntos que a través de este tiempo he podido apreciar; estos abordan el ámbito académico, administrativo, estudiantil y funcional, entre otros, tanto de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y de la Facultad de Derecho, específicamente, que es donde he desarrollado el Pregrado.
En primer lugar, comenzar con lo básico, el ingreso a la Universidad. Es interesante ver como, a pesar de la coyuntura de crisis, o que para muchos, servir como trabajadores en el extranjero es preferible, por la necesidad misma de sus hogares, a apostar por una carrera universitaria en el país, el número de postulantes a la Universidad se ha mantenido, claro, con altas y bajas, pero siempre hay un interés en ingresar a la misma. Sin embargo, ha jugado mucho en contra de ésta el que durante los últimos 5 años el examen de admisión haya variado, de la prueba tipo ensayo y cancelatoria, pasando por el examen de 3 cursos junto con razonamiento verbal y matemático; luego, dejando los dos últimos mencionados pero junto a 5 cursos y finalmente, el día de mañana, se retorna al examen con 18 cursos aunque dosificado el número de preguntas según la carrera a la que se postule.
Sobre eso, es lamentable que la OCA y entidades a cargo hayan sido incapaces de definir y adecuar el mejor mecanismo para asegurar que los estudiantes sean capaces de responder a la exigencia académica de la vida universitaria. Pues los exámenes de preguntas para marcar limitan al postulante a un ritmo mecánico y memorista que impide un correcto desarrollo del intelecto. Esto es, que utilice todas sus potencialidades para resolver problemas en diferentes niveles. Particularmente, considero que el examen oral que se tomaba décadas atrás sería el mecanismo más adecuado para calificar a los estudiantes, esto pues no debe fomentarse un ingreso por memorismo, sino que se incentive y admita a estudiantes que, aunque como todos, presentamos limitaciones, sus potencialidades puedan apreciarse al momento de sustentar, a través de la manera en que se desenvuelve ante el jurado y como afronta el desconocer un tema (esto porque no basta tener un alto intelecto para ingresar, sino contar con la madurez necesaria para sobrellevar el ritmo de la educación superior). En otros países, como Estado Unidos, el ingreso depende de una solicitud y una entrevista al postulante, donde el expone sus intereses y demuestra un nivel académico básico, pero que puede llegar a más.
En segundo término, la organización estudiantil. Una de las primeras cosas que vemos todos los estudiantes en nuestros primeros meses de Universidad es la activa participación política, lo cual es saludable para un país como el Perú, donde la participación democrática en la vida política del país es un hecho, claro que con sus propios conflictos, pero es la norma propiamente. Sin embargo, al ingresar un grupo político ya sea al Centro Federado, Tercio Estudiantil y Asamblea Estudiantil, los primeros en salir a la luz son los opositores, con aptitudes fiscalizadoras o también revanchistas. Sin embargo, alguien se ha preguntado ¿cuál es la labor específica para la cual estos estudiantes son elegidos? ¿Perciben remuneración alguna? ¿Cómo se financian las campañas? ¿Por qué en algunos casos se llegan a los golpes u enfrentamientos abiertos si no hay intereses? ¿O sí los hay? En ese aspecto considero que la representación estudiantil, la cual expresa el cogobierno en la Universidad es saludable así como un derecho de los estudiantes; pero, ¿cómo limitar tanta trifulca al respecto de los mismos? Sobre ello, lo principal es la transparencia, que se exhiba permanentemente cuáles son las tareas de los organismos estudiantiles y que perciben los representantes por su labor. Bajo el sistema actual, todo trabajo debe ser remunerado, la experiencia enseña que los cargos ad honores o sin remuneración no llevan a nada, pues no hay manera de exigir resultados a quien los detenta, además que nada perdería al renunciar, entonces, considero que dichos cargos deberían ser remunerados (obviamente no un sueldo tipo ministro) pero si lo adecuado para exigir algún exigir, podría ser la remuneración mínima vital, pero que para ello se exija una presencia permanente del representante en la facultad; y para quienes sean de últimos años, se le considere el año que dura su cargo como un año de prácticas o su equivalente según la facultad, lo cual permita que el representante se comprometa y se le pueda exigir resultados, pues si no caemos en figuras decorativas cuyas funciones, al ser desconocida, no pueden ser supervisadas correctamente. Así también se evitaría que personas que no fueron elegidas para un cargo permanezcan en las instalaciones destinadas a los representantes estudiantiles, pues no puede involucrarse el amiguismo con la labor política, esta última actitud no ha traído nada bueno en la vida política nacional, si no veamos los poderes del estado, carcomidos por la corrupción, el nepotismo y lobbys burocráticos.
De la misma manera, estos organismos (Tercio Estudiantil, Centro Federado) deberían tener como una prioridad asegurar que los profesores y estudiantes resuelvan sus diferencias de manera correcta, sin vicios ni pasiones, pues es lamentable ver como la exigencia de tachas o cátedras paralelas se presentan sin ser reflexionadas, motivadas por un ánimo de canibalismo inorgánico o los intereses de personas que quieren que la Universidad sea espacio de un grupo o tendencia, sin dar tregua o apertura a posiciones para el debate, lo cual resulta una actitud reprobable y autoritaria. Ver que se aperturen cursos a 3 meses de acabar el año académico es realmente escandaloso, que evidencia un nulo compromiso con la mejora académica de la Universidad.
Junto con esto, procurar resolver los conflictos entre los docentes y estudiantes de sus respectivos cursos, por cuanto suelen haber errores en la calificación que realizan los mismos, no definiendo los criterios adecuados al inicio del año, desconociendo lo planteado en el sílabo o por la misma improvisación de un trabajo mediocre. Así pues exigir la publicación de las notas finales una semana antes de ser pasadas a sus respectivas actas, así como plantear que cada catedrático disponga un día luego de publicadas las notas para absolver cualquier duda o interrogante SUSTENTADA de un estudiantes al cual no le parece o desea explicaciones de la nota recibida, bajo sanción de reducir su carga académica o descuento económico. También garantizar que las comunicaciones de emergencia o última hora lleguen a la mayoría de estudiantes, principalmente por el correo electrónico, creando para ello, páginas, groups o blogs en Internet; por algo, en el mismo 2004 la primera página web de la base en la que estudio fue creada por quien suscribe, motivado por la necesidad de una comunicación constante como base para mayor seguridad y planificación. Del mismo modo, abrir canales de comunicación para con los alumnos que presentan un descuido con su labora universitaria, debido a una precaria situación económica, una dificultad médica familiar u asuntos similares, abogando por la comprensión de los docentes y garantizando que no se cometan atropellos u originen malos conceptos contra los mismos.
Como tercer punto, es necesario que la Universidad y cada una de sus facultades y dependencias tengan, publiquen y difundan su Reglamento de Organización y funciones, así como el manual respectivo del mismo, pues las tasas para obtener algunos documentos varían dentro de las facultades, así como en momento el costo de la matrícula. Así también allí se contemplarían las funciones de cada una de las dependencias para saber a quien puede recurrirse en caso de un problema o dificultad que se presente.
En cuarto lugar, es impostergable una reforma en las currículas y en la manera de evaluación de los docentes. Si bien el mecanismo de examen parcial, final y monografía es el clásico en la Universidad, ello redunda al mecanicismo del estudiante. Profesores que se han actualizado en mecanismos pedagógicos incorporan también las prácticas periódicas, controles de lectura, simulaciones de juicio (lo que para los ingenieros serían sus prácticas en laboratorio), trabajos u ensayos sucintos que favorezcan la compenetración del estudiante con la cátedra y verificar cuanto avanza su aprendizaje. Esta labor es sobre fundamental en los `primeros años de carrera, lo ideal sería que se aplique en toda la carrera de forma progresiva, pero siendo realistas hay que comenzar de a pocos y preservar para obtener resultados.
En el último año de carrera los exámenes parciales y finales deben ser abolidos y reemplazados por una sola prueba, pero sin ese rigor de claustro como los parciales u finales que, aceptémoslo, para muchos estudiantes, alcanzan niveles de paranoia. Eso sí, se debe exigir más participación en clase y desarrollo de tareas u ensayos de investigación que familiaricen más a los estudiantes con estas categorías, pues es lamentable que la graduación por tesis sea tan reducida en el Pregrado, lo cual se corrobora a nivel de Postgrado pues muchos ingresan pero no terminan de graduarse por desconocer la manera correcta de investigar. Por supuesto que la cantidad de cursos en el último año de carrera deben ser menores que en los anteriores. En el último año de carrera en Derecho se estudian 15 horas y tres cuartos (21 horas pedagógicas), considerando solo los cursos obligatorios, lo cual no deja espacios para la investigación, considerando que muchos laboran por las mañanas hasta las 5 de la tarde y apenas tiempo disponen para llegar a las clases. Lo ideal sería 16 horas pedagógicas en cursos obligatorios, dando espacios horarios para poder investigar y dar tiempo a actividades de relajación, deporte, tertulias, actividades de extensión.
Por otro lado, es evidente que para quienes realizan una carrera en una Universidad Pública como San Marcos, de prestigio mundial, es imperativo que el programa SECIGRA sea obligatorio para todos los estudiantes. Para ello la Universidad debe realizar un trabajo con más entidades públicas las cuales alberguen y permitan el desarrollo a estudiantes sanmarquinos. La remuneración que se perciba debe cubrir el transporte y la alimentación (aunque ello lo podría brindar la misma unidad receptora), y una diferencia para financiarse sus gastos corrientes en la universidad (dígase fotocopias, anillados, impresiones y demás afines), esto por cuanto es un privilegio, en un país como el Perú, recibir una educación gratuita y de calidad. Así también haciendo esta labor se acercaría más al estudiante con la realidad del país, en el ámbito judicial, administrativo y social. Hay zonas en Lima donde se requiere asesoría jurídica, programas de apoyo y asistencia al menor y la madre en abandono; así también en el ámbito médico y educativo, y somos los sanmarquinos los primeros llamados a cubrir dichas necesidades, siendo nuestra Universidad la que recibe la mayor asignación del presupuesto entre las de su género, por parte del Estado. Solo así romperemos la idea de una Universidad como una entidad socialmente emigrada. Aunque parezca mentira, esta actitud elitista que se critica de la Universidad pública viene de un siglo atrás, el amauta J. C. Mariátegui y el gran Víctor Andrés Belaunde defendían, desde sus propias trincheras, la imperiosa necesidad de vincular más a las masas populares con la Universidad.
La participación en la vida política nacional tampoco puede dejarse se lado, y es que todos los campos que se desarrollan en las diversas facultades de nuestra cuatricentenaria casa de estudios involucran un aporte a la mejora de nuestro país, el cual quiere superar sus problemas y alcanzar un desarrollo que se verifique en un beneficio homogéneo a los distintos sectores sociales que componen al Perú. Entonces, la investigación y el trabajo en las aulas deben asegurar fórmulas y soluciones a los problemas de nuestra realidad, debiendo el Estado alentar estos proyectos, no solo financiando las investigaciones, sino aplicando los resultados de las mismas.
En último punto, por ahora pues este debate da para más, proponer que el expediente de cada estudiante sea revisado minuciosamente y si se encuentra que el estudiante ha devenido en una rémora para la casa de estudios, exigirle un compromiso mayor con la misma y, en última instancia, decretar una expulsión de la casa de estudios. La experiencia enseña que jóvenes con problemas económicos (que son los estructurales) hacen denodados esfuerzos y avanzan con sus carreras, de a pocos, pero demuestran ese interés y voluntad de progreso, así también que jóvenes de hogares acomodados solo ingresan a la Universidad y se dedican a esperar que pasen sus años de estudio para obtener su título, aprobando cada año con exámenes subsanatorios o cursos de verano casi en todos los cursos por los varios años que duran su carrera. Se comenta esto último para que no se tome esta propuesta como una actitud elitista o discriminadora, pues el prejuicio, el cliché, la mediocridad, la corrupción, la ineficiencia y el libertinaje son los enemigos que debemos combatir en todos los frentes, ayudando así a que la Universidad se consolide como una institución al servicio del pueblo que con sus tributos permite que esta siga funcionando y retribuirle al mismo ese esfuerzo que realiza.
En primer lugar, comenzar con lo básico, el ingreso a la Universidad. Es interesante ver como, a pesar de la coyuntura de crisis, o que para muchos, servir como trabajadores en el extranjero es preferible, por la necesidad misma de sus hogares, a apostar por una carrera universitaria en el país, el número de postulantes a la Universidad se ha mantenido, claro, con altas y bajas, pero siempre hay un interés en ingresar a la misma. Sin embargo, ha jugado mucho en contra de ésta el que durante los últimos 5 años el examen de admisión haya variado, de la prueba tipo ensayo y cancelatoria, pasando por el examen de 3 cursos junto con razonamiento verbal y matemático; luego, dejando los dos últimos mencionados pero junto a 5 cursos y finalmente, el día de mañana, se retorna al examen con 18 cursos aunque dosificado el número de preguntas según la carrera a la que se postule.
Sobre eso, es lamentable que la OCA y entidades a cargo hayan sido incapaces de definir y adecuar el mejor mecanismo para asegurar que los estudiantes sean capaces de responder a la exigencia académica de la vida universitaria. Pues los exámenes de preguntas para marcar limitan al postulante a un ritmo mecánico y memorista que impide un correcto desarrollo del intelecto. Esto es, que utilice todas sus potencialidades para resolver problemas en diferentes niveles. Particularmente, considero que el examen oral que se tomaba décadas atrás sería el mecanismo más adecuado para calificar a los estudiantes, esto pues no debe fomentarse un ingreso por memorismo, sino que se incentive y admita a estudiantes que, aunque como todos, presentamos limitaciones, sus potencialidades puedan apreciarse al momento de sustentar, a través de la manera en que se desenvuelve ante el jurado y como afronta el desconocer un tema (esto porque no basta tener un alto intelecto para ingresar, sino contar con la madurez necesaria para sobrellevar el ritmo de la educación superior). En otros países, como Estado Unidos, el ingreso depende de una solicitud y una entrevista al postulante, donde el expone sus intereses y demuestra un nivel académico básico, pero que puede llegar a más.
En segundo término, la organización estudiantil. Una de las primeras cosas que vemos todos los estudiantes en nuestros primeros meses de Universidad es la activa participación política, lo cual es saludable para un país como el Perú, donde la participación democrática en la vida política del país es un hecho, claro que con sus propios conflictos, pero es la norma propiamente. Sin embargo, al ingresar un grupo político ya sea al Centro Federado, Tercio Estudiantil y Asamblea Estudiantil, los primeros en salir a la luz son los opositores, con aptitudes fiscalizadoras o también revanchistas. Sin embargo, alguien se ha preguntado ¿cuál es la labor específica para la cual estos estudiantes son elegidos? ¿Perciben remuneración alguna? ¿Cómo se financian las campañas? ¿Por qué en algunos casos se llegan a los golpes u enfrentamientos abiertos si no hay intereses? ¿O sí los hay? En ese aspecto considero que la representación estudiantil, la cual expresa el cogobierno en la Universidad es saludable así como un derecho de los estudiantes; pero, ¿cómo limitar tanta trifulca al respecto de los mismos? Sobre ello, lo principal es la transparencia, que se exhiba permanentemente cuáles son las tareas de los organismos estudiantiles y que perciben los representantes por su labor. Bajo el sistema actual, todo trabajo debe ser remunerado, la experiencia enseña que los cargos ad honores o sin remuneración no llevan a nada, pues no hay manera de exigir resultados a quien los detenta, además que nada perdería al renunciar, entonces, considero que dichos cargos deberían ser remunerados (obviamente no un sueldo tipo ministro) pero si lo adecuado para exigir algún exigir, podría ser la remuneración mínima vital, pero que para ello se exija una presencia permanente del representante en la facultad; y para quienes sean de últimos años, se le considere el año que dura su cargo como un año de prácticas o su equivalente según la facultad, lo cual permita que el representante se comprometa y se le pueda exigir resultados, pues si no caemos en figuras decorativas cuyas funciones, al ser desconocida, no pueden ser supervisadas correctamente. Así también se evitaría que personas que no fueron elegidas para un cargo permanezcan en las instalaciones destinadas a los representantes estudiantiles, pues no puede involucrarse el amiguismo con la labor política, esta última actitud no ha traído nada bueno en la vida política nacional, si no veamos los poderes del estado, carcomidos por la corrupción, el nepotismo y lobbys burocráticos.
De la misma manera, estos organismos (Tercio Estudiantil, Centro Federado) deberían tener como una prioridad asegurar que los profesores y estudiantes resuelvan sus diferencias de manera correcta, sin vicios ni pasiones, pues es lamentable ver como la exigencia de tachas o cátedras paralelas se presentan sin ser reflexionadas, motivadas por un ánimo de canibalismo inorgánico o los intereses de personas que quieren que la Universidad sea espacio de un grupo o tendencia, sin dar tregua o apertura a posiciones para el debate, lo cual resulta una actitud reprobable y autoritaria. Ver que se aperturen cursos a 3 meses de acabar el año académico es realmente escandaloso, que evidencia un nulo compromiso con la mejora académica de la Universidad.
Junto con esto, procurar resolver los conflictos entre los docentes y estudiantes de sus respectivos cursos, por cuanto suelen haber errores en la calificación que realizan los mismos, no definiendo los criterios adecuados al inicio del año, desconociendo lo planteado en el sílabo o por la misma improvisación de un trabajo mediocre. Así pues exigir la publicación de las notas finales una semana antes de ser pasadas a sus respectivas actas, así como plantear que cada catedrático disponga un día luego de publicadas las notas para absolver cualquier duda o interrogante SUSTENTADA de un estudiantes al cual no le parece o desea explicaciones de la nota recibida, bajo sanción de reducir su carga académica o descuento económico. También garantizar que las comunicaciones de emergencia o última hora lleguen a la mayoría de estudiantes, principalmente por el correo electrónico, creando para ello, páginas, groups o blogs en Internet; por algo, en el mismo 2004 la primera página web de la base en la que estudio fue creada por quien suscribe, motivado por la necesidad de una comunicación constante como base para mayor seguridad y planificación. Del mismo modo, abrir canales de comunicación para con los alumnos que presentan un descuido con su labora universitaria, debido a una precaria situación económica, una dificultad médica familiar u asuntos similares, abogando por la comprensión de los docentes y garantizando que no se cometan atropellos u originen malos conceptos contra los mismos.
Como tercer punto, es necesario que la Universidad y cada una de sus facultades y dependencias tengan, publiquen y difundan su Reglamento de Organización y funciones, así como el manual respectivo del mismo, pues las tasas para obtener algunos documentos varían dentro de las facultades, así como en momento el costo de la matrícula. Así también allí se contemplarían las funciones de cada una de las dependencias para saber a quien puede recurrirse en caso de un problema o dificultad que se presente.
En cuarto lugar, es impostergable una reforma en las currículas y en la manera de evaluación de los docentes. Si bien el mecanismo de examen parcial, final y monografía es el clásico en la Universidad, ello redunda al mecanicismo del estudiante. Profesores que se han actualizado en mecanismos pedagógicos incorporan también las prácticas periódicas, controles de lectura, simulaciones de juicio (lo que para los ingenieros serían sus prácticas en laboratorio), trabajos u ensayos sucintos que favorezcan la compenetración del estudiante con la cátedra y verificar cuanto avanza su aprendizaje. Esta labor es sobre fundamental en los `primeros años de carrera, lo ideal sería que se aplique en toda la carrera de forma progresiva, pero siendo realistas hay que comenzar de a pocos y preservar para obtener resultados.
En el último año de carrera los exámenes parciales y finales deben ser abolidos y reemplazados por una sola prueba, pero sin ese rigor de claustro como los parciales u finales que, aceptémoslo, para muchos estudiantes, alcanzan niveles de paranoia. Eso sí, se debe exigir más participación en clase y desarrollo de tareas u ensayos de investigación que familiaricen más a los estudiantes con estas categorías, pues es lamentable que la graduación por tesis sea tan reducida en el Pregrado, lo cual se corrobora a nivel de Postgrado pues muchos ingresan pero no terminan de graduarse por desconocer la manera correcta de investigar. Por supuesto que la cantidad de cursos en el último año de carrera deben ser menores que en los anteriores. En el último año de carrera en Derecho se estudian 15 horas y tres cuartos (21 horas pedagógicas), considerando solo los cursos obligatorios, lo cual no deja espacios para la investigación, considerando que muchos laboran por las mañanas hasta las 5 de la tarde y apenas tiempo disponen para llegar a las clases. Lo ideal sería 16 horas pedagógicas en cursos obligatorios, dando espacios horarios para poder investigar y dar tiempo a actividades de relajación, deporte, tertulias, actividades de extensión.
Por otro lado, es evidente que para quienes realizan una carrera en una Universidad Pública como San Marcos, de prestigio mundial, es imperativo que el programa SECIGRA sea obligatorio para todos los estudiantes. Para ello la Universidad debe realizar un trabajo con más entidades públicas las cuales alberguen y permitan el desarrollo a estudiantes sanmarquinos. La remuneración que se perciba debe cubrir el transporte y la alimentación (aunque ello lo podría brindar la misma unidad receptora), y una diferencia para financiarse sus gastos corrientes en la universidad (dígase fotocopias, anillados, impresiones y demás afines), esto por cuanto es un privilegio, en un país como el Perú, recibir una educación gratuita y de calidad. Así también haciendo esta labor se acercaría más al estudiante con la realidad del país, en el ámbito judicial, administrativo y social. Hay zonas en Lima donde se requiere asesoría jurídica, programas de apoyo y asistencia al menor y la madre en abandono; así también en el ámbito médico y educativo, y somos los sanmarquinos los primeros llamados a cubrir dichas necesidades, siendo nuestra Universidad la que recibe la mayor asignación del presupuesto entre las de su género, por parte del Estado. Solo así romperemos la idea de una Universidad como una entidad socialmente emigrada. Aunque parezca mentira, esta actitud elitista que se critica de la Universidad pública viene de un siglo atrás, el amauta J. C. Mariátegui y el gran Víctor Andrés Belaunde defendían, desde sus propias trincheras, la imperiosa necesidad de vincular más a las masas populares con la Universidad.
La participación en la vida política nacional tampoco puede dejarse se lado, y es que todos los campos que se desarrollan en las diversas facultades de nuestra cuatricentenaria casa de estudios involucran un aporte a la mejora de nuestro país, el cual quiere superar sus problemas y alcanzar un desarrollo que se verifique en un beneficio homogéneo a los distintos sectores sociales que componen al Perú. Entonces, la investigación y el trabajo en las aulas deben asegurar fórmulas y soluciones a los problemas de nuestra realidad, debiendo el Estado alentar estos proyectos, no solo financiando las investigaciones, sino aplicando los resultados de las mismas.
En último punto, por ahora pues este debate da para más, proponer que el expediente de cada estudiante sea revisado minuciosamente y si se encuentra que el estudiante ha devenido en una rémora para la casa de estudios, exigirle un compromiso mayor con la misma y, en última instancia, decretar una expulsión de la casa de estudios. La experiencia enseña que jóvenes con problemas económicos (que son los estructurales) hacen denodados esfuerzos y avanzan con sus carreras, de a pocos, pero demuestran ese interés y voluntad de progreso, así también que jóvenes de hogares acomodados solo ingresan a la Universidad y se dedican a esperar que pasen sus años de estudio para obtener su título, aprobando cada año con exámenes subsanatorios o cursos de verano casi en todos los cursos por los varios años que duran su carrera. Se comenta esto último para que no se tome esta propuesta como una actitud elitista o discriminadora, pues el prejuicio, el cliché, la mediocridad, la corrupción, la ineficiencia y el libertinaje son los enemigos que debemos combatir en todos los frentes, ayudando así a que la Universidad se consolide como una institución al servicio del pueblo que con sus tributos permite que esta siga funcionando y retribuirle al mismo ese esfuerzo que realiza.
domingo, 17 de mayo de 2009
EL BY PASS NUEVAMENTE
EL COMERCIO. Metropolitana 17/05/09
DECANA DE AMÉRICA ACABA DE CUMPLIR 458 AÑOS EN MEDIO DE DIFÍCIL LITIGIO
Rector de San Marcos dice que no cederá en lío del 'by-pass'
Concejo de Lima insiste en que se debe respetar acuerdo previo
Más que una universidad, San Marcos es un símbolo nacional que el 12 de este mes cumplió 458 años de convulsiva existencia. El aniversario llegó acompañado por actos de violencia protagonizados por alumnos que exigen mejoras en el comedor y la residencia estudiantiles y en medio de un complicado juicio contra la Municipalidad de Lima.
El lío con el municipio se originó por el aún inexistente anillo vial del “by-pass” Venezuela-Universitaria. Aunque su rector ya había firmado un convenio con Lima, San Marcos se niega ahora a que esa oreja de concreto ocupe sus aires. “Yo creí que era un buen proyecto, luego vi que el anillo impactaría negativamente contra la universidad, y más tarde supe que era innecesario”, dice el rector Luis Izquierdo Vásquez. Explica que anular el convenio fue decisión de la Asamblea Universitaria y que él no cederá en su nueva posición.
Tanto la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) como el Colegio de Ingenieros del Perú (CIP) respaldan con sendos informes técnicos la opinión del rector de que el anillo vial resulta innecesario.
Frente a ello, voceros del concejo señalan que el anillo vial se justifica por los estudios de carga vehicular que se hicieron antes de ejecutar la obra. “Los informes advirtieron que el tráfico es mayor en este sector y sobre todo en dirección hacia Magdalena”, indican.
“Pero aquí no estamos discutiendo la conveniencia o inconveniencia de la oreja, sino el respeto a un acuerdo firmado”, sostiene Alberto Borea, abogado del concejo limeño.
Hace unos días, Borea denunció a San Marcos por usurpación, luego de que autoridades universitarias ordenaran levantar una malla metálica donde antes existía el cerco universitario. Izquierdo explica que se hizo para proteger al campus de los robos.
“Lima derrumbó nuestro cerco la madrugada de un domingo, sin aviso. Precisamente esa falta de respeto originó el rompimiento del diálogo”, agrega el rector. Ese es también el argumento que baraja el abogado de San Marcos, Miguel Blanquillo, como causal de anulación del convenio.
¿Es posible llegar a un acuerdo que evite un juicio de años? “De poder, se puede”, responde Borea. ¿Sacrificando el anillo que para ciertos especialistas es innecesario? “No, la UNI o el CIP podrán decir eso, pero el municipio también ha hecho sus estudios. Además, acá el tema legal es que se está desconociendo un acuerdo firmado”, insiste.
CRUCE PELIGROSO
Para San Marcos el único acuerdo posible es que Lima use parte de sus terrenos (como ya estaba previsto en el convenio) para construir las vías auxiliares del “by-pass” y que con eso concluya su obra, “pero sin oreja”.
Estas pistas permitirían levantar un puente peatonal sobre la avenida Venezuela, frente a la puerta 7 de la universidad. Por allí cruzan miles de alumnos, arriesgando sus vidas, pues a pocos metros, el “by-pass” arroja vehículos que bajan a una velocidad de 100 km/h en promedio.
Atravesar la vía demora hasta 10 minutos y se hace sorteando camiones y combis en ambos sentidos. Un crucero peatonal recién pintado y dos casetas policiales vacías resultan inútiles.
REACCIONES
“Un anillo vial es innecesario para el cruce de Universitaria con Venezuela. Una comisión del Colegio de Ingenieros concluyó que se podía reemplazar por una “oreja alargada”, que no es otra cosa que seguir de largo por la Venezuela, voltear en U para regresar y girar por Universitaria. Este cambio no afecta la estructura del intercambio vial; y significaría ahorro para el municipio”.
FERNÁN MUÑOZ. DECANO DEL COLEGIO DE INGENIEROS DEL PERÚ
“Para que el convenio entre Lima y San Marcos funcione es necesario que opinen algunas autoridades como el Instituto Nacional de Cultura y la Superintendencia de Bienes Nacionales, ya que San Marcos unilateralmente no puede ceder un bien del Estado. Todo convenio se celebra para cumplirlo, pero en un contrato también se necesitan opiniones técnicas”.
RÓMULO MORALES. ABOGADO CIVIL
DECANA DE AMÉRICA ACABA DE CUMPLIR 458 AÑOS EN MEDIO DE DIFÍCIL LITIGIO
Rector de San Marcos dice que no cederá en lío del 'by-pass'
Concejo de Lima insiste en que se debe respetar acuerdo previo
Más que una universidad, San Marcos es un símbolo nacional que el 12 de este mes cumplió 458 años de convulsiva existencia. El aniversario llegó acompañado por actos de violencia protagonizados por alumnos que exigen mejoras en el comedor y la residencia estudiantiles y en medio de un complicado juicio contra la Municipalidad de Lima.
El lío con el municipio se originó por el aún inexistente anillo vial del “by-pass” Venezuela-Universitaria. Aunque su rector ya había firmado un convenio con Lima, San Marcos se niega ahora a que esa oreja de concreto ocupe sus aires. “Yo creí que era un buen proyecto, luego vi que el anillo impactaría negativamente contra la universidad, y más tarde supe que era innecesario”, dice el rector Luis Izquierdo Vásquez. Explica que anular el convenio fue decisión de la Asamblea Universitaria y que él no cederá en su nueva posición.
Tanto la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) como el Colegio de Ingenieros del Perú (CIP) respaldan con sendos informes técnicos la opinión del rector de que el anillo vial resulta innecesario.
Frente a ello, voceros del concejo señalan que el anillo vial se justifica por los estudios de carga vehicular que se hicieron antes de ejecutar la obra. “Los informes advirtieron que el tráfico es mayor en este sector y sobre todo en dirección hacia Magdalena”, indican.
“Pero aquí no estamos discutiendo la conveniencia o inconveniencia de la oreja, sino el respeto a un acuerdo firmado”, sostiene Alberto Borea, abogado del concejo limeño.
Hace unos días, Borea denunció a San Marcos por usurpación, luego de que autoridades universitarias ordenaran levantar una malla metálica donde antes existía el cerco universitario. Izquierdo explica que se hizo para proteger al campus de los robos.
“Lima derrumbó nuestro cerco la madrugada de un domingo, sin aviso. Precisamente esa falta de respeto originó el rompimiento del diálogo”, agrega el rector. Ese es también el argumento que baraja el abogado de San Marcos, Miguel Blanquillo, como causal de anulación del convenio.
¿Es posible llegar a un acuerdo que evite un juicio de años? “De poder, se puede”, responde Borea. ¿Sacrificando el anillo que para ciertos especialistas es innecesario? “No, la UNI o el CIP podrán decir eso, pero el municipio también ha hecho sus estudios. Además, acá el tema legal es que se está desconociendo un acuerdo firmado”, insiste.
CRUCE PELIGROSO
Para San Marcos el único acuerdo posible es que Lima use parte de sus terrenos (como ya estaba previsto en el convenio) para construir las vías auxiliares del “by-pass” y que con eso concluya su obra, “pero sin oreja”.
Estas pistas permitirían levantar un puente peatonal sobre la avenida Venezuela, frente a la puerta 7 de la universidad. Por allí cruzan miles de alumnos, arriesgando sus vidas, pues a pocos metros, el “by-pass” arroja vehículos que bajan a una velocidad de 100 km/h en promedio.
Atravesar la vía demora hasta 10 minutos y se hace sorteando camiones y combis en ambos sentidos. Un crucero peatonal recién pintado y dos casetas policiales vacías resultan inútiles.
REACCIONES
“Un anillo vial es innecesario para el cruce de Universitaria con Venezuela. Una comisión del Colegio de Ingenieros concluyó que se podía reemplazar por una “oreja alargada”, que no es otra cosa que seguir de largo por la Venezuela, voltear en U para regresar y girar por Universitaria. Este cambio no afecta la estructura del intercambio vial; y significaría ahorro para el municipio”.
FERNÁN MUÑOZ. DECANO DEL COLEGIO DE INGENIEROS DEL PERÚ
“Para que el convenio entre Lima y San Marcos funcione es necesario que opinen algunas autoridades como el Instituto Nacional de Cultura y la Superintendencia de Bienes Nacionales, ya que San Marcos unilateralmente no puede ceder un bien del Estado. Todo convenio se celebra para cumplirlo, pero en un contrato también se necesitan opiniones técnicas”.
RÓMULO MORALES. ABOGADO CIVIL
PUBLICADO EN EL COMERCIO 17/05/09
PIEDRA DE TOQUE
La partida de la escribidora
Por: Mario Vargas Llosa Escritor
Por culpa de los antropólogos, la palabra incultura ha desaparecido del vocabulario. En el pasado la noción de cultura se asociaba a un conocimiento elevado —humanístico y científico—, al dominio de las artes, al buen gusto y a una sensibilidad refinada. La antropología generalizó aquella acepción a todas las manifestaciones de la vida de una comunidad —sus creencias, sus costumbres, sus ritos, sus vicios y valores— de modo que hoy nos encontramos en la prensa con expresiones como “la cultura de la manducación de carne humana”, la “cultura del contrabando”, “del fútbol” y de cosas aún peores. Ya nadie es inculto, todos nos hemos vuelto cultos de alguna manera, lo que constituye, sin duda, la apoteosis de esta civilización nuestra marcada por el sesgo de la frivolidad.
Dentro de este contexto no es impropio decir que Corín Tellado, la escribidora asturiana que murió el mes pasado, a sus 82 años de edad, fue probablemente el fenómeno sociocultural más notable que haya experimentado la lengua española desde el Siglo de Oro. Aunque esto parezca herejía, y lo sea desde un punto de vista cualitativo, no lo es desde el cuantitativo, porque ni Borges ni García Márquez ni Ortega y Gasset ni cualquier otro de los más originales creadores o pensadores de nuestra lengua ha llegado a tanta gente ni influido tanto en su manera de sentir, hablar, amar, odiar y entender la vida y las relaciones humanas como María del Socorro Tellado López, apodada Socorrín por su familia y sus amigos, la muchacha que , en 1946, a sus 19 años, escribió en Cádiz su primera novelita, “Atrevida apuesta”, una arcangélica historia en la que un joven guardiamarino apostaba que conseguiría besar a una chica y ganaba la apuesta gracias a un apagón de la luz en medio de una fiesta. A su muerte, 63 años más tarde, había escrito unas 4.500 novelas más, sin contar los radioteatros, telenovelas, fotonovelas y películas inspiradas en sus obras y hecho célebre el nombre de pluma de Corín Tellado.
Yo me enteré de su existencia en París, en los años sesenta, cuando descubrí que una sobrina mía, que venía de Lima a estudiar un curso de Civilización Francesa en La Sorbona, se había traído un maletín lleno de novelas de su autora favorita, por si sus libros escaseaban en la tierra de Balzac. Su precaución, por lo demás, era inútil porque, como advertí poco después, en la rue de la Pompe, en el elegante barrio XVI, había todo un quiosco dedicado exclusivamente a vender, alquilar o hacer intercambio de novelitas de Corín Tellado, cuyas clientas eran sobre todo las empleadas domésticas españolas e hispanoamericanas entonces muy numerosas en París.
Desde esa época tuve la tentación de conocer alguna vez a esa extraordinaria escribidora que había logrado llegar con sus historias a un público al que jamás alcanzarían los libros de los autores “cultos” de España o Hispanoamérica. Solo lo conseguí en mayo de 1981, después de múltiples gestiones, cuando la entrevisté para “La Torre de Babel”, un programa semanal que hice por seis meses para la televisión peruana. No fue nada fácil conseguir la entrevista. Su desconfianza hacia los periodistas era justificada pues ella había sido ridiculizada ya por algunos gacetilleros perdonavidas a los que abrió la puerta de su vivienda.
Me llevé una gran sorpresa al conocerla, en su casa de Roces, en las afueras de Gijón. Llevaba con gran dignidad sus cincuenta y pico de años. Era bajita, simpática, modesta, tímida pero desenvuelta y no sospechaba siquiera la fantástica popularidad de que gozaba en los estratos medios y populares de una veintena de países de lengua española y entre las comunidades “hispánicas” de Nueva York, Miami, Texas y California. Era una mujer de provincias, cuya vida había transcurrido entre Asturias, Cádiz y Galicia, dedicada mañana, tarde y noche a escribir historias de amor y desamor. De su fugaz matrimonio habían venido al mundo sus hijos Begoña y Domingo, pero, aparte de esa peripecia y de su separación matrimonial, su entera existencia estaba enteramente dedicada a fantasear y a escribir (mejor dicho, a teclear en su pequeña máquina de escribir portátil) las aventuras sentimentales que chisporroteaban en su cabeza. Uso el diminutivo para hablar de sus libros porque, de acuerdo a las exigencias de sus editores, sus novelas no debían tener nunca más de cien páginas.
Su rutina era estricta y laboriosa. Su ama de llaves, una mujer que la acompañaba desde siempre y le resolvía todos los problemas prácticos, la despertaba a las cinco de la madrugada. De inmediato se encerraba en su escritorio, un cuarto claustrofóbico, sin ventanas, atestado de anaqueles con sus novelitas, y allí permanecía diez horas escribiendo, con una breve pausa a las ocho, para desayunar. Escribía casi sin parar y casi sin corregir. Al salir del escritorio, a media tarde, tenía cincuenta páginas oleadas y sacramentadas, es decir, la mitad de una novela. Escribía dos por semana y, a ese ritmo, su obra se acercaba ya a los tres mil volúmenes. Me explicó que, su problema como escribidora, era que su cabeza “funcionaba más rápido que su habilidad de mecanógrafa”. Que, si no hubiera sido por la lentitud de sus manos ante el teclado, escribiría más, mucho más. Alentaba en ella, a su manera, claro, esa voracidad deicida de los escribidores balzacianos. Se ganaba su vida con la pluma, pero, en verdad, como les ocurre a los escribidores de verdad, no vivía de escribir sino para escribir.
Fuera de esas diez horas diarias de trabajo, su vida no podía ser más monótona y frugal. Cuatro periódicos diarios, una buena siesta, alguna vez un libro, alguna tarde una visita a una amiga, acaso una película. Muy rara vez, un viaje a Gijón, de compras o a un restaurante. Pero para estar de vuelta en casa y acostada antes de las diez. En los meses de verano, baños en la piscina y algún partido de tenis. Y pare usted de contar.
Cuando le pregunté por sus autores favoritos la noté incómoda y cambié de tema. Su oficio no era leer, sino escribir. Tenía una facilidad tan grande que las historias salían de su máquina infatigable como las palabras y el aliento de su boca. No sabía lo que era ese súbito terror pánico paralizante ante la página en blanco que padecen los escritores estreñidos. Para ella, escribir era tan fácil y natural como respirar.
Su absoluta falta de vanidad era portentosa. Decía que la maravillaba siempre pensar que la leía tanta gente y era evidente que lo decía de verdad. Su editor le había hecho creer que tiraba solo treinta mil ejemplares de cada una de sus novelas y, aunque ella sabía que probablemente aquella cifra estaba por debajo de la realidad, no le importaba. Si los editores le hacían las cuentas del tío, se encogía de hombros. Me contó que, a veces, sus exigencias eran más fastidiosas que las de los censores, en tiempos de Franco, que habían tijereteado sus historias muchas veces. Eso a ella tampoco le importaba mucho porque suavizaba las frases incriminadas ¡y ya está! Y me reveló, como prueba de su paciencia franciscana y su espíritu de templanza ante las incomprensiones del mundo, que, en una de sus novelas, se inventó un protagonista ciego. El editor le devolvió el manuscrito con una orden: “Opérelo”. Y ella, por supuesto, lo operó.
Aunque nunca la leí, siempre la respeté y la traté con cariño y gratitud. Porque gracias a ella, cientos de miles, acaso millones de personas que jamás hubieran abierto un libro de otra manera, leyeron, fantasearon, se emocionaron y lloraron y por un rato o unas horas vivieron la experiencia maravillosa de la ficción. Ella no podía sospecharlo, pero fue probablemente la última escribidora popular, en el sentido más cabal de la palabra, la que llevó una variante (fácil, elemental, sensiblera y truculenta, ya lo sé) de la literatura al vasto pueblo, ese que no entra jamás a las librerías y pasa como sobre ascuas por las secciones culturales de las revistas, y piensa que la literatura seria es larga y soporífera. Es probable que con Corín Tellado desaparezca en nuestra lengua la literatura digna de ese calificativo: popular. Lo que queda ya no lo es y lo será cada día menos, a medida que las pantallas vayan exterminando a los libros, o empujándolos a la catacumba.
Amiga Socorrín, descansa en paz.
LIMA, MAYO DEL 2009
La partida de la escribidora
Por: Mario Vargas Llosa Escritor
Por culpa de los antropólogos, la palabra incultura ha desaparecido del vocabulario. En el pasado la noción de cultura se asociaba a un conocimiento elevado —humanístico y científico—, al dominio de las artes, al buen gusto y a una sensibilidad refinada. La antropología generalizó aquella acepción a todas las manifestaciones de la vida de una comunidad —sus creencias, sus costumbres, sus ritos, sus vicios y valores— de modo que hoy nos encontramos en la prensa con expresiones como “la cultura de la manducación de carne humana”, la “cultura del contrabando”, “del fútbol” y de cosas aún peores. Ya nadie es inculto, todos nos hemos vuelto cultos de alguna manera, lo que constituye, sin duda, la apoteosis de esta civilización nuestra marcada por el sesgo de la frivolidad.
Dentro de este contexto no es impropio decir que Corín Tellado, la escribidora asturiana que murió el mes pasado, a sus 82 años de edad, fue probablemente el fenómeno sociocultural más notable que haya experimentado la lengua española desde el Siglo de Oro. Aunque esto parezca herejía, y lo sea desde un punto de vista cualitativo, no lo es desde el cuantitativo, porque ni Borges ni García Márquez ni Ortega y Gasset ni cualquier otro de los más originales creadores o pensadores de nuestra lengua ha llegado a tanta gente ni influido tanto en su manera de sentir, hablar, amar, odiar y entender la vida y las relaciones humanas como María del Socorro Tellado López, apodada Socorrín por su familia y sus amigos, la muchacha que , en 1946, a sus 19 años, escribió en Cádiz su primera novelita, “Atrevida apuesta”, una arcangélica historia en la que un joven guardiamarino apostaba que conseguiría besar a una chica y ganaba la apuesta gracias a un apagón de la luz en medio de una fiesta. A su muerte, 63 años más tarde, había escrito unas 4.500 novelas más, sin contar los radioteatros, telenovelas, fotonovelas y películas inspiradas en sus obras y hecho célebre el nombre de pluma de Corín Tellado.
Yo me enteré de su existencia en París, en los años sesenta, cuando descubrí que una sobrina mía, que venía de Lima a estudiar un curso de Civilización Francesa en La Sorbona, se había traído un maletín lleno de novelas de su autora favorita, por si sus libros escaseaban en la tierra de Balzac. Su precaución, por lo demás, era inútil porque, como advertí poco después, en la rue de la Pompe, en el elegante barrio XVI, había todo un quiosco dedicado exclusivamente a vender, alquilar o hacer intercambio de novelitas de Corín Tellado, cuyas clientas eran sobre todo las empleadas domésticas españolas e hispanoamericanas entonces muy numerosas en París.
Desde esa época tuve la tentación de conocer alguna vez a esa extraordinaria escribidora que había logrado llegar con sus historias a un público al que jamás alcanzarían los libros de los autores “cultos” de España o Hispanoamérica. Solo lo conseguí en mayo de 1981, después de múltiples gestiones, cuando la entrevisté para “La Torre de Babel”, un programa semanal que hice por seis meses para la televisión peruana. No fue nada fácil conseguir la entrevista. Su desconfianza hacia los periodistas era justificada pues ella había sido ridiculizada ya por algunos gacetilleros perdonavidas a los que abrió la puerta de su vivienda.
Me llevé una gran sorpresa al conocerla, en su casa de Roces, en las afueras de Gijón. Llevaba con gran dignidad sus cincuenta y pico de años. Era bajita, simpática, modesta, tímida pero desenvuelta y no sospechaba siquiera la fantástica popularidad de que gozaba en los estratos medios y populares de una veintena de países de lengua española y entre las comunidades “hispánicas” de Nueva York, Miami, Texas y California. Era una mujer de provincias, cuya vida había transcurrido entre Asturias, Cádiz y Galicia, dedicada mañana, tarde y noche a escribir historias de amor y desamor. De su fugaz matrimonio habían venido al mundo sus hijos Begoña y Domingo, pero, aparte de esa peripecia y de su separación matrimonial, su entera existencia estaba enteramente dedicada a fantasear y a escribir (mejor dicho, a teclear en su pequeña máquina de escribir portátil) las aventuras sentimentales que chisporroteaban en su cabeza. Uso el diminutivo para hablar de sus libros porque, de acuerdo a las exigencias de sus editores, sus novelas no debían tener nunca más de cien páginas.
Su rutina era estricta y laboriosa. Su ama de llaves, una mujer que la acompañaba desde siempre y le resolvía todos los problemas prácticos, la despertaba a las cinco de la madrugada. De inmediato se encerraba en su escritorio, un cuarto claustrofóbico, sin ventanas, atestado de anaqueles con sus novelitas, y allí permanecía diez horas escribiendo, con una breve pausa a las ocho, para desayunar. Escribía casi sin parar y casi sin corregir. Al salir del escritorio, a media tarde, tenía cincuenta páginas oleadas y sacramentadas, es decir, la mitad de una novela. Escribía dos por semana y, a ese ritmo, su obra se acercaba ya a los tres mil volúmenes. Me explicó que, su problema como escribidora, era que su cabeza “funcionaba más rápido que su habilidad de mecanógrafa”. Que, si no hubiera sido por la lentitud de sus manos ante el teclado, escribiría más, mucho más. Alentaba en ella, a su manera, claro, esa voracidad deicida de los escribidores balzacianos. Se ganaba su vida con la pluma, pero, en verdad, como les ocurre a los escribidores de verdad, no vivía de escribir sino para escribir.
Fuera de esas diez horas diarias de trabajo, su vida no podía ser más monótona y frugal. Cuatro periódicos diarios, una buena siesta, alguna vez un libro, alguna tarde una visita a una amiga, acaso una película. Muy rara vez, un viaje a Gijón, de compras o a un restaurante. Pero para estar de vuelta en casa y acostada antes de las diez. En los meses de verano, baños en la piscina y algún partido de tenis. Y pare usted de contar.
Cuando le pregunté por sus autores favoritos la noté incómoda y cambié de tema. Su oficio no era leer, sino escribir. Tenía una facilidad tan grande que las historias salían de su máquina infatigable como las palabras y el aliento de su boca. No sabía lo que era ese súbito terror pánico paralizante ante la página en blanco que padecen los escritores estreñidos. Para ella, escribir era tan fácil y natural como respirar.
Su absoluta falta de vanidad era portentosa. Decía que la maravillaba siempre pensar que la leía tanta gente y era evidente que lo decía de verdad. Su editor le había hecho creer que tiraba solo treinta mil ejemplares de cada una de sus novelas y, aunque ella sabía que probablemente aquella cifra estaba por debajo de la realidad, no le importaba. Si los editores le hacían las cuentas del tío, se encogía de hombros. Me contó que, a veces, sus exigencias eran más fastidiosas que las de los censores, en tiempos de Franco, que habían tijereteado sus historias muchas veces. Eso a ella tampoco le importaba mucho porque suavizaba las frases incriminadas ¡y ya está! Y me reveló, como prueba de su paciencia franciscana y su espíritu de templanza ante las incomprensiones del mundo, que, en una de sus novelas, se inventó un protagonista ciego. El editor le devolvió el manuscrito con una orden: “Opérelo”. Y ella, por supuesto, lo operó.
Aunque nunca la leí, siempre la respeté y la traté con cariño y gratitud. Porque gracias a ella, cientos de miles, acaso millones de personas que jamás hubieran abierto un libro de otra manera, leyeron, fantasearon, se emocionaron y lloraron y por un rato o unas horas vivieron la experiencia maravillosa de la ficción. Ella no podía sospecharlo, pero fue probablemente la última escribidora popular, en el sentido más cabal de la palabra, la que llevó una variante (fácil, elemental, sensiblera y truculenta, ya lo sé) de la literatura al vasto pueblo, ese que no entra jamás a las librerías y pasa como sobre ascuas por las secciones culturales de las revistas, y piensa que la literatura seria es larga y soporífera. Es probable que con Corín Tellado desaparezca en nuestra lengua la literatura digna de ese calificativo: popular. Lo que queda ya no lo es y lo será cada día menos, a medida que las pantallas vayan exterminando a los libros, o empujándolos a la catacumba.
Amiga Socorrín, descansa en paz.
LIMA, MAYO DEL 2009
martes, 12 de mayo de 2009
, YA SE PUBLICÓ EL AVISO DE LA TRADICIONAL
PARA QUIENES TENGAN INTERÉS, YA SE PUBLICÓ EL AVISO DE LA TRADICIONAL RECTIFICACIÓN DE MATRÍCULA DE LA SIGUIENTE FORMA:
6TO Y 5TO AÑO: 9 DE JUNIO
4TO Y 3ER AÑO: 10 DE JUNIO
2DO Y 1ER AÑO: 11 DE JUNIO
REQUISITOS:
REPORTE ORIGINAL DE MATRICULA 2009
CARNÉ UNIVERSITARIO DEL 2008
6TO Y 5TO AÑO: 9 DE JUNIO
4TO Y 3ER AÑO: 10 DE JUNIO
2DO Y 1ER AÑO: 11 DE JUNIO
REQUISITOS:
REPORTE ORIGINAL DE MATRICULA 2009
CARNÉ UNIVERSITARIO DEL 2008
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