domingo, 17 de mayo de 2009

EL BY PASS NUEVAMENTE

EL COMERCIO. Metropolitana 17/05/09

DECANA DE AMÉRICA ACABA DE CUMPLIR 458 AÑOS EN MEDIO DE DIFÍCIL LITIGIO

Rector de San Marcos dice que no cederá en lío del 'by-pass'

Concejo de Lima insiste en que se debe respetar acuerdo previo

Más que una universidad, San Marcos es un símbolo nacional que el 12 de este mes cumplió 458 años de convulsiva existencia. El aniversario llegó acompañado por actos de violencia protagonizados por alumnos que exigen mejoras en el comedor y la residencia estudiantiles y en medio de un complicado juicio contra la Municipalidad de Lima.
El lío con el municipio se originó por el aún inexistente anillo vial del “by-pass” Venezuela-Universitaria. Aunque su rector ya había firmado un convenio con Lima, San Marcos se niega ahora a que esa oreja de concreto ocupe sus aires. “Yo creí que era un buen proyecto, luego vi que el anillo impactaría negativamente contra la universidad, y más tarde supe que era innecesario”, dice el rector Luis Izquierdo Vásquez. Explica que anular el convenio fue decisión de la Asamblea Universitaria y que él no cederá en su nueva posición.
Tanto la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) como el Colegio de Ingenieros del Perú (CIP) respaldan con sendos informes técnicos la opinión del rector de que el anillo vial resulta innecesario.
Frente a ello, voceros del concejo señalan que el anillo vial se justifica por los estudios de carga vehicular que se hicieron antes de ejecutar la obra. “Los informes advirtieron que el tráfico es mayor en este sector y sobre todo en dirección hacia Magdalena”, indican.
“Pero aquí no estamos discutiendo la conveniencia o inconveniencia de la oreja, sino el respeto a un acuerdo firmado”, sostiene Alberto Borea, abogado del concejo limeño.
Hace unos días, Borea denunció a San Marcos por usurpación, luego de que autoridades universitarias ordenaran levantar una malla metálica donde antes existía el cerco universitario. Izquierdo explica que se hizo para proteger al campus de los robos.
“Lima derrumbó nuestro cerco la madrugada de un domingo, sin aviso. Precisamente esa falta de respeto originó el rompimiento del diálogo”, agrega el rector. Ese es también el argumento que baraja el abogado de San Marcos, Miguel Blanquillo, como causal de anulación del convenio.
¿Es posible llegar a un acuerdo que evite un juicio de años? “De poder, se puede”, responde Borea. ¿Sacrificando el anillo que para ciertos especialistas es innecesario? “No, la UNI o el CIP podrán decir eso, pero el municipio también ha hecho sus estudios. Además, acá el tema legal es que se está desconociendo un acuerdo firmado”, insiste.

CRUCE PELIGROSO
Para San Marcos el único acuerdo posible es que Lima use parte de sus terrenos (como ya estaba previsto en el convenio) para construir las vías auxiliares del “by-pass” y que con eso concluya su obra, “pero sin oreja”.
Estas pistas permitirían levantar un puente peatonal sobre la avenida Venezuela, frente a la puerta 7 de la universidad. Por allí cruzan miles de alumnos, arriesgando sus vidas, pues a pocos metros, el “by-pass” arroja vehículos que bajan a una velocidad de 100 km/h en promedio.
Atravesar la vía demora hasta 10 minutos y se hace sorteando camiones y combis en ambos sentidos. Un crucero peatonal recién pintado y dos casetas policiales vacías resultan inútiles.

REACCIONES
“Un anillo vial es innecesario para el cruce de Universitaria con Venezuela. Una comisión del Colegio de Ingenieros concluyó que se podía reemplazar por una “oreja alargada”, que no es otra cosa que seguir de largo por la Venezuela, voltear en U para regresar y girar por Universitaria. Este cambio no afecta la estructura del intercambio vial; y significaría ahorro para el municipio”.
FERNÁN MUÑOZ. DECANO DEL COLEGIO DE INGENIEROS DEL PERÚ

“Para que el convenio entre Lima y San Marcos funcione es necesario que opinen algunas autoridades como el Instituto Nacional de Cultura y la Superintendencia de Bienes Nacionales, ya que San Marcos unilateralmente no puede ceder un bien del Estado. Todo convenio se celebra para cumplirlo, pero en un contrato también se necesitan opiniones técnicas”.
RÓMULO MORALES. ABOGADO CIVIL

PUBLICADO EN EL COMERCIO 17/05/09

PIEDRA DE TOQUE

La partida de la escribidora

Por: Mario Vargas Llosa Escritor

Por culpa de los antropólogos, la palabra incultura ha desaparecido del vocabulario. En el pasado la noción de cultura se asociaba a un conocimiento elevado —humanístico y científico—, al dominio de las artes, al buen gusto y a una sensibilidad refinada. La antropología generalizó aquella acepción a todas las manifestaciones de la vida de una comunidad —sus creencias, sus costumbres, sus ritos, sus vicios y valores— de modo que hoy nos encontramos en la prensa con expresiones como “la cultura de la manducación de carne humana”, la “cultura del contrabando”, “del fútbol” y de cosas aún peores. Ya nadie es inculto, todos nos hemos vuelto cultos de alguna manera, lo que constituye, sin duda, la apoteosis de esta civilización nuestra marcada por el sesgo de la frivolidad.
Dentro de este contexto no es impropio decir que Corín Tellado, la escribidora asturiana que murió el mes pasado, a sus 82 años de edad, fue probablemente el fenómeno sociocultural más notable que haya experimentado la lengua española desde el Siglo de Oro. Aunque esto parezca herejía, y lo sea desde un punto de vista cualitativo, no lo es desde el cuantitativo, porque ni Borges ni García Márquez ni Ortega y Gasset ni cualquier otro de los más originales creadores o pensadores de nuestra lengua ha llegado a tanta gente ni influido tanto en su manera de sentir, hablar, amar, odiar y entender la vida y las relaciones humanas como María del Socorro Tellado López, apodada Socorrín por su familia y sus amigos, la muchacha que , en 1946, a sus 19 años, escribió en Cádiz su primera novelita, “Atrevida apuesta”, una arcangélica historia en la que un joven guardiamarino apostaba que conseguiría besar a una chica y ganaba la apuesta gracias a un apagón de la luz en medio de una fiesta. A su muerte, 63 años más tarde, había escrito unas 4.500 novelas más, sin contar los radioteatros, telenovelas, fotonovelas y películas inspiradas en sus obras y hecho célebre el nombre de pluma de Corín Tellado.
Yo me enteré de su existencia en París, en los años sesenta, cuando descubrí que una sobrina mía, que venía de Lima a estudiar un curso de Civilización Francesa en La Sorbona, se había traído un maletín lleno de novelas de su autora favorita, por si sus libros escaseaban en la tierra de Balzac. Su precaución, por lo demás, era inútil porque, como advertí poco después, en la rue de la Pompe, en el elegante barrio XVI, había todo un quiosco dedicado exclusivamente a vender, alquilar o hacer intercambio de novelitas de Corín Tellado, cuyas clientas eran sobre todo las empleadas domésticas españolas e hispanoamericanas entonces muy numerosas en París.
Desde esa época tuve la tentación de conocer alguna vez a esa extraordinaria escribidora que había logrado llegar con sus historias a un público al que jamás alcanzarían los libros de los autores “cultos” de España o Hispanoamérica. Solo lo conseguí en mayo de 1981, después de múltiples gestiones, cuando la entrevisté para “La Torre de Babel”, un programa semanal que hice por seis meses para la televisión peruana. No fue nada fácil conseguir la entrevista. Su desconfianza hacia los periodistas era justificada pues ella había sido ridiculizada ya por algunos gacetilleros perdonavidas a los que abrió la puerta de su vivienda.
Me llevé una gran sorpresa al conocerla, en su casa de Roces, en las afueras de Gijón. Llevaba con gran dignidad sus cincuenta y pico de años. Era bajita, simpática, modesta, tímida pero desenvuelta y no sospechaba siquiera la fantástica popularidad de que gozaba en los estratos medios y populares de una veintena de países de lengua española y entre las comunidades “hispánicas” de Nueva York, Miami, Texas y California. Era una mujer de provincias, cuya vida había transcurrido entre Asturias, Cádiz y Galicia, dedicada mañana, tarde y noche a escribir historias de amor y desamor. De su fugaz matrimonio habían venido al mundo sus hijos Begoña y Domingo, pero, aparte de esa peripecia y de su separación matrimonial, su entera existencia estaba enteramente dedicada a fantasear y a escribir (mejor dicho, a teclear en su pequeña máquina de escribir portátil) las aventuras sentimentales que chisporroteaban en su cabeza. Uso el diminutivo para hablar de sus libros porque, de acuerdo a las exigencias de sus editores, sus novelas no debían tener nunca más de cien páginas.
Su rutina era estricta y laboriosa. Su ama de llaves, una mujer que la acompañaba desde siempre y le resolvía todos los problemas prácticos, la despertaba a las cinco de la madrugada. De inmediato se encerraba en su escritorio, un cuarto claustrofóbico, sin ventanas, atestado de anaqueles con sus novelitas, y allí permanecía diez horas escribiendo, con una breve pausa a las ocho, para desayunar. Escribía casi sin parar y casi sin corregir. Al salir del escritorio, a media tarde, tenía cincuenta páginas oleadas y sacramentadas, es decir, la mitad de una novela. Escribía dos por semana y, a ese ritmo, su obra se acercaba ya a los tres mil volúmenes. Me explicó que, su problema como escribidora, era que su cabeza “funcionaba más rápido que su habilidad de mecanógrafa”. Que, si no hubiera sido por la lentitud de sus manos ante el teclado, escribiría más, mucho más. Alentaba en ella, a su manera, claro, esa voracidad deicida de los escribidores balzacianos. Se ganaba su vida con la pluma, pero, en verdad, como les ocurre a los escribidores de verdad, no vivía de escribir sino para escribir.
Fuera de esas diez horas diarias de trabajo, su vida no podía ser más monótona y frugal. Cuatro periódicos diarios, una buena siesta, alguna vez un libro, alguna tarde una visita a una amiga, acaso una película. Muy rara vez, un viaje a Gijón, de compras o a un restaurante. Pero para estar de vuelta en casa y acostada antes de las diez. En los meses de verano, baños en la piscina y algún partido de tenis. Y pare usted de contar.
Cuando le pregunté por sus autores favoritos la noté incómoda y cambié de tema. Su oficio no era leer, sino escribir. Tenía una facilidad tan grande que las historias salían de su máquina infatigable como las palabras y el aliento de su boca. No sabía lo que era ese súbito terror pánico paralizante ante la página en blanco que padecen los escritores estreñidos. Para ella, escribir era tan fácil y natural como respirar.
Su absoluta falta de vanidad era portentosa. Decía que la maravillaba siempre pensar que la leía tanta gente y era evidente que lo decía de verdad. Su editor le había hecho creer que tiraba solo treinta mil ejemplares de cada una de sus novelas y, aunque ella sabía que probablemente aquella cifra estaba por debajo de la realidad, no le importaba. Si los editores le hacían las cuentas del tío, se encogía de hombros. Me contó que, a veces, sus exigencias eran más fastidiosas que las de los censores, en tiempos de Franco, que habían tijereteado sus historias muchas veces. Eso a ella tampoco le importaba mucho porque suavizaba las frases incriminadas ¡y ya está! Y me reveló, como prueba de su paciencia franciscana y su espíritu de templanza ante las incomprensiones del mundo, que, en una de sus novelas, se inventó un protagonista ciego. El editor le devolvió el manuscrito con una orden: “Opérelo”. Y ella, por supuesto, lo operó.
Aunque nunca la leí, siempre la respeté y la traté con cariño y gratitud. Porque gracias a ella, cientos de miles, acaso millones de personas que jamás hubieran abierto un libro de otra manera, leyeron, fantasearon, se emocionaron y lloraron y por un rato o unas horas vivieron la experiencia maravillosa de la ficción. Ella no podía sospecharlo, pero fue probablemente la última escribidora popular, en el sentido más cabal de la palabra, la que llevó una variante (fácil, elemental, sensiblera y truculenta, ya lo sé) de la literatura al vasto pueblo, ese que no entra jamás a las librerías y pasa como sobre ascuas por las secciones culturales de las revistas, y piensa que la literatura seria es larga y soporífera. Es probable que con Corín Tellado desaparezca en nuestra lengua la literatura digna de ese calificativo: popular. Lo que queda ya no lo es y lo será cada día menos, a medida que las pantallas vayan exterminando a los libros, o empujándolos a la catacumba.
Amiga Socorrín, descansa en paz.
LIMA, MAYO DEL 2009

martes, 12 de mayo de 2009

, YA SE PUBLICÓ EL AVISO DE LA TRADICIONAL

PARA QUIENES TENGAN INTERÉS, YA SE PUBLICÓ EL AVISO DE LA TRADICIONAL RECTIFICACIÓN DE MATRÍCULA DE LA SIGUIENTE FORMA:

6TO Y 5TO AÑO: 9 DE JUNIO
4TO Y 3ER AÑO: 10 DE JUNIO
2DO Y 1ER AÑO: 11 DE JUNIO

REQUISITOS:
REPORTE ORIGINAL DE MATRICULA 2009
CARNÉ UNIVERSITARIO DEL 2008